Debido
a mi profundo desconocimiento del idioma inglés, y también (en no menor medida)
al intento de resistirme a la ola de papanatismo y colonización lingüística con
la que los “emprendedores” (tenderos las más de las veces) y los “entendidos”
del mundo de las finanzas nos contaminan a diario, suelo evitar las palabras y
expresiones en dicha lengua.
Sin
embargo, quizá porque aprendí esa expresión, junto con otras palabras (como “tilt”
o “goal”), en mi adolescencia jugando a las máquinas “pinball” (también
llamadas “flipper” o “Petaco”) en los billares de mi barrio, pienso que Game
Over le viene al pelo al desenlace -parece que definitivo- de ese enredo, fantasioso,
especulativo, cutre, mafioso y corrupto que ha sido el cuento de Eurovegas.
Parece
que, finalmente, la partida ha terminado.
“El Gobierno rechaza las condiciones de Eurovegas para instalarse en Madrid” (Ana I. García, El Confidencial.com 13-XII-2013)
Y eso, en mi opinión, es bueno por, como poco, las siguientes razones:
Los
“conseguidores” dejarán de darle vueltas al asunto embaucando a posibles incautos
que todavía andaban tentados de meter dinero en el “negocio”.
Dejará
de engordar la lista de “arruinados” y el importe de sus respectivas (y bien
merecidas) ruinas. Una buena parte los cuales pagaremos “a escote” quienes nada
apostamos en ese “casino”.
Dejarán
de engordar los bolsillos de los “trujimanes”, intermediarios, bancos,
políticos y demás parásitos implicados en la “venta” del producto.
Deja
con las vergüenzas al aire a muchos sinvergüenzas empeñados en sacar adelante
el invento, tanto para asegurarse un confortable futuro económico, como para
salvar su negro futuro político. (lideresa y adláteres).
Y,
sobre todo (no voy a decir cuánto me alegro de que “se maten entre ellos”) porque,
aunque sea a regañadientes, el impresentable de nuestro presidente de gobierno,
ha tenido que decir (aunque no lo sienta, ni lo practique) que por encima de los negocios
estaban “los principios” y las “leyes”
Obviamente
esto último no es cierto; sino más bien una pretendida salida airosa, similar a
la de la astuta zorra de la fábula, cuando vio que no podía alcanzar las uvas (“no
están maduras”).
Pero,
sea como fuere, el descarrilamiento del engendro es una buena noticia para este
país y nosotros los ciudadanos.
Al
margen de que parecía cantado que un negocio con un mafioso, aparte de
moralmente impresentable, terminaría necesariamente mal, lo increíble del caso
ha sido la osadía y desfachatez de determinados personajes políticos y su coro
de periodistas “domésticos” ensalzando el disparate.
Y
mucho más increíble (para mí) la ceguera de la lideresa (Y el Sr. González) de
pensar que el Sr. Registrador iba a consentir que se le subieran a las barbas quienes
hace unos años le traicionaron y en estos momentos estaban intentando echarle
un pulso.
Confío
en que la explosión de esta burbuja se lleve por delante la del cuento del aeropuerto
de Navalcarnero; ya que si finalmente no van a llegar oleadas de “gánsteres”, evasores
fiscales, piculinas y ludópatas en sus aviones privados, podemos seguirnos
apañando con el aeropuerto de Barajas.
Finalmente
(si es que el muerto no resucita reencarnado en algún otro esperpento) mi
alegría es mucho mayor al saber que una serie de “listillos”, empresarios
avispados, comisionistas y “prohombres” cuyos apellidos son impronunciables
(por lo que pueda pasar) se han quedado “pillados” a causa de su avaricia por
no haber sabido bajarse a tiempo del “tiovivo”.
Y
dejo constancia de “mi pena” (y escozor de bolsillo) porque soy consciente de
que otros muchos se han forrado el riñón y, como he dicho anteriormente, tendremos
que pagar “a escote” su “buena mano para los negocios”
Porque
si alguien piensa que los bancos van a perder el dinero de los créditos (para
compra de “opciones de compra”) concedidos a particulares y alguna empresa más
que mediana, es un ingenuo.
Y
no tendría más que echarle un ojo al asunto de los aeropuertos (sin aviones) o
las autovías de peaje (sin coches)
En
este caso “bien está lo que bien mal acaba.
¡Requiescat
in pacem!.
Saludos.
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