¡Viva la República!
Este
14 de abril de 2017 se cumplen 86 años de la proclamación de esa República que
la inmensa mayoría de nosotros no llegamos a conocer.
Sin
embargo somos muchos quienes la valoramos como un honesto intento de erradicar
la incultura, el caciquismo, la burricie y el abuso que terratenientes, curas y
militares cultivaban y propiciaban desde tiempos remotos para mantener sus
privilegios.
Como
aún andamos “en ello” (esperando el momento de su pacífica proclamación) vuelvo
a utilizar otra vez la imagen de esa bandera a medio teñir que refleja bastante fielmente
la situación en la que estamos.
Con
una monarquía desacreditada por un zángano de colmena que hubo de dimitir para
no seguir siendo la risión de las crónicas de los huelebraguetas (y, de paso, dejar
enfriar los espesos y malolientes vapores de la corrupción y la evasión fiscal),
hoy quizá no estemos a punto de poder pasar esa página negra de nuestra
historia (realmente son varios gruesos tomos), pero seguimos acumulando razones
para poder hacerlo, no tardando mucho.
No
voy a abundar en las, ya tantas veces expuestas, razones. Porque quienes no
estén empeñados en mirar para otro lado, las conocen de sobra.
Y,
al resto, les sobran.
Como
ejercicio lúdico y moralmente refrescante sugiero, para quienes aún no lo hayan
leído, este texto que publicó el pasado domingo ese poeta y filósofo que es D. Manuel
Vicent, quien nos da una de las claves para “ser republicano”
Porque,
pese a su aparente ambigüedad y equidistancia, lo cierto es que en “elegir el
morado del espliego, frente al de los nazarenos” está la diferencia.
Y
lo demás va implícito.
¡Salud
y República!
Recopilatorio onomásticas
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