La
realidad es muy cabezona y bastante despiadada.
Esta
mañana éramos apenas 70 personas frente al hospital de la Princesa las que, con
todos los permisos del mundo (de la Delegación del Gobierno) y la compañía de media
docena de policías, nos manifestábamos en contra del nuevo procedimiento de
mercantilización de la sanidad pública que son las Unidades de Gestión Clínica.
Pesa
sin duda el cansancio de la gente que, pese a haber salido a la calle este
último año en más ocasiones que en toda su vida anterior, no termina de ver
entre rejas (o cesado en su cargo) a ninguno de los mangantes que orquestan o
ejecutan el saqueo.
Y
pesa, también (y quizá mucho más), el desconocimiento de lo que a medio plazo
significan este tipo de medidas.
Es
una lástima; pero estas son las mimbres que tenemos.
En
todo caso, me he alegrado de acudir hoy, tanto por el buen ánimo de los
concentrados, como por poder comprobar, una vez más, que una buena parte de los
viandantes manifiestan, aparte de un aparente interés, una clara simpatía hacia
los concentrados.
Lo
cual tiene un cierto mérito si se tiene en cuenta que estamos en plena “zona
nacional”
Bueno,
pues esto que cuento era tan sólo el pretexto para decir que mañana miércoles
día 18 de diciembre también pienso acudir a las 19:00 (a hacer bulto) a la
calle Prim Nº 3 frente a las oficinas de la ONCE.
Lamentablemente
una serie de instituciones que en su día fueron respetables, se van pareciendo,
cada día más, a las empresas privadas, tanto por su interés en “los negocios”
como por su falta de escrúpulos para conseguirlos o gestionarlos.
Este
es el caso de la antaño “bienamada” Organización Nacional de Ciegos (ONCE) que,
con sus ciegos (de verdad) y sus cuponcillos, ayudaban a mantener la autoestima
y aprender a manejarse por la vida a los invidentes (además de ganarse la vida).
Ya
en los años 80 ampliaron “el negocio” y se metieron a “negociantes”
(periódicos, ladrillos,. . .) y hoy, aunque no pueda negarse que realizan una
cierta labor social, lo cierto es que cada día se parece más a una sociedad
mercantil que a una organización sin ánimo de lucro.
Y
hoy ya se mete a competir en cualquier “nicho
de negocio” sin pararse a pensar en el daño que puede causar, y compitiendo en
ferocidad laboral con los más afamados buscavidas y empresas depredadoras de
este país.
Esa
falta de escrúpulos (y de ética) es la que les ha llevado a adjudicarse el servicio
de la lavandería central hospitalaria de la Comunidad de Madrid (en unas
condiciones que producen bochorno) para convertir lo que hasta ayer era un “servicio”
en un simple “negocio”.
Negocio
cuyos resultados ya empiezan a apreciarse, ya que al parecer, la dirección del
hospital de la Princesa ya ha comunicado “que no es necesario cambiar la
lencería (sábanas y almohadas) a diario.
Nunca
fui aficionado a comprar “cupones”. Pero si lo hubiera sido, dejaría de comprarlos
hoy mismo para que los directivos de esa organización comprendieran que “no
todo vale” para conseguir dinero.
Para
mí, a partir de ahora, la ONCE empieza a tener la misma consideración que
Burger King, o Iberdrola.
Lo
siento.
Otro
tanto afirmo en relación con la antaño respetada Cruz Roja Española, que va a “comercializar”
la sangre que altruistamente entregan los donantes (a razón de 67 Euros la bolsa).
Conmigo
que no cuenten para semejantes donaciones.
Y
es importante que esto se sepa; porque la mayoría de los mortales seguimos
pensado (ingenuamente) que siguen siendo instituciones respetables, cuando lo
cierto es que, cada día más, se van comportando como meros “negocios”
Y
ello con independencia de a lo que luego dediquen los “beneficios” (obtenidos a
costa de malpagar a los trabajadores y destripar el funcionamiento de los
servicios públicos).
Saludos.
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