17/1/14

Contracorriente


Y no me refiero a mí mismo que, efectivamente, suelo tener la virtud de no “atinar ni una”.
Me refiero a un señor (iba a llamarle “pájaro”) que afirma que "Estamos ante una gigantesca burbuja financiera que puede estallar ya"  (El economista.es, 16-I-2014).
Y como puede comprobarse, ni el sujeto en cuestión es un peligroso bolchevique, ni la información la he sacado del “Mundo Obrero”.
También hay que aclarar que el Sr. Marc Faber (suizo afincado en Tailandia) vive (bastante acomodadamente) de “llevar la contraria” a los mercados financieros especulando en bolsa (invirtiendo, lo llaman) y deuda pública.
Si lo traigo a colación, además de por el gustillo de vaticinar una catástrofe económica que pueda disimular la mía propia, es porque, pese a las trompetas de gloria (económica) que en estos días resuenan por todas partes (desde el despacho del Sr. Botín hasta las oficinas del FMI, pasando por nuestro gobierno y la Santa Compaña europea) un servidor, si no fuera porque tiene realmente poco “qué perder” andaría más mosca que un pavo en víspera de navidad.

Y estoy convencido de que el anuncio de los 7 años de vacas gordas que nos anuncia la Sra. Lagarde (¿o, lagarta?) son tan probables y están tan al caer como la llegada del mesías.

Y, también, de que los bancos están absolutamente quebrados y solo aparentan sobrevivir gracias a la respiración asistida del dinero público “El BCE baja hasta el 6% el capital exigido a la banca europea en los nuevos test de estrés” (hasta ayer, el mínimo imprescindible era el 8%; Pero se ve que con ese listón tal alto no pasa casi ninguno)


No es que me alegre; Sino que me gustaría convencer a los demás de que nos están contando una patraña para, cuando nos digan que “para poder lograrlo, tenemos que insistir en las “reformas”, mandemos a hacer gárgaras al anunciante y vayamos haciéndonos a la idea de que sólo conseguiremos aquello que nos ganemos a “cara de perro”.
Y que aprovechemos que entramos en un largo periodo electoral para hacer dos cosas:

1ª Enterarnos de qué es lo que se ventila en cada una de las elecciones y qué es lo menos malo (o, para los optimistas, lo más bueno) para votar (o no votar).
2ª Presionar todo lo que podamos por tierra mar y aire dado que, cómo ocurrió anteayer en el barrio de Gamonal en Burgos, en estos tiempos se tienen que tentar la ropa antes de quitarles la correa y el bozal a los mastines.
Y que conste que no me estoy refiriendo a los “mádelman” (antiditurbios) sino a otros especímenes bastante más peligrosos como los Sres. Ruiz-Gallardón, Artur Mas, Joan Rosell, José maría Aznar y gente de su calaña.   
Si no fuéramos demasiado lerdos (ni narcisistas) quizá pudiéramos reequilibrar algo “las fuerzas”.

Saludos.

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