8/8/12

Lo MEJOR, enemigo de lo bueno

Aunque no siempre.
Hace cosa de una semana un perroflauta del 15-M, me remitió un artículo de Carlos Taibo  en el que, con bastante buen criterio y sobradas razones, ponía a caldo tanto a los sindicatos como a los partidos mayoritarios por haberse convertido en meros administradores, cuando no simples espectadores (o incluso cómplices) de un statu quo que, si nunca fue un modelo de justicia social, ni participación democrática en los asuntos de la polis, hoy lo es mucho menos.
Coincido con él en su análisis.
A estas alturas no es cuestión de paños calientes, sino que hay que cambiar el sistema.
Lo que ocurre es que suele ocurrir que cuando el listón está excesivamente alto para las fuerzas o la preparación del que debe saltarlo, lo más habitual es que, éste, desista de hacerlo.
Comprendo que es un planteamiento un tanto paticorto y garbancero, pero no deja de ser una (triste) realidad.

Servidor, manso confeso, burgués, algo fondón y sin embargo medianamente lúcido y decidido a no dejarse engañar (Yo ya no quiero que mi marido ya no me pegue. Quiero el divorcio), opina que, como dice el refrán, hay que estar “ a dios rogando, y con el mazo dando”.
La parte del ruego la entiendo como el adaptarse a la realidad de lo que tenemos, que en general es poco y poco presentable, y valerse de ello para, de momento, revertir el saqueo y vapuleo al que se ha sometido a la población civil desde hace al menos 30 años y especialmente en los cuatro últimos.   
Y para ello más vale apoyarse en sindicatos y partidos que, aunque tienen muchos pecados en su haber, son una de las pocas palancas con las que contamos.
Y, además, simplificaciones aparte, ni todos son iguales, ni puede negarse que algunos no estén empezando a salir de su sopor y su “enmierde” (unos más que otros).
El poder financiero, que tanto ayer como hoy siempre ha estado detrás de gran parte de nuestras desdichas viviendo a costa del sudor ajeno, ha llegado tan lejos en su locura que ha sentenciado iremediablemente su actual modus vivendi.
Ahora la cuestión, a mi modo de ver, es parar la andanada, sobrevivir y, entretanto educarnos unos a otros para que no nos engañen con “dos de pipas” para poder forzar el cambio de las reglas de juego.
Yo, en eso es en lo que creo que ando.
E insisto: estoy de acuerdo con Carlos Taibo en la meta final, lo que pasa es que dudo mucho que podamos llegar “de un salto” y, si tenemos que hacer el camino andando, más vale que los zapatos no nos aprieten demasiado, ni nos falte agua en la cantimplora.
Saludos.

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