Aunque
de joven (que lo fui) nunca pasé de ser un revolucionario de “vía estrecha”,
aún puedo recordar, en los días de manifestación, la tensión que se mascaba en las aceras de las
calles en los minutos previos al “salto”.
Es
decir al momento en el que, una serie de infelices, con más miedo que otra cosa,
esperábamos el cierre del siguiente semáforo para plantarnos en mitad de la
calle (algunos con pancarta en ristre) confiando en que una buena parte de los
aparentes paseantes se unieran al “salto” y se iniciara la manifestación.
El
riesgo era que, si la cosa no cuajaba, tenías muchas papeletas para que los
muchachos del comisario Luis Antonio González Pacheco (alias “Billy el niño”) te
requirieran poco amigablemente la documentación y te invitaran a pasar la
velada en los sótanos del edificio de la calle del Correo (entrada por puerta
del Sol o plaza de Pontejos)
Lo
cierto es que tuve la suerte de no llegar a conocer dicho “albergue” y la
satisfacción de comprobar que, en todos aquellos “saltos”, nunca estábamos
solos.
Cuento
esto (y que se me perdone el exordio)
porque, a la vista de lo que se cuece y de las sombrías perspectivas que
nos pintan algunas personas cuya opinión es para mí muy respetable, lúcida y “a
tener en cuenta”, pienso que la única salida razonable que nos va quedando consiste en “romper
la baraja”
Si
alguien a estas horas todavía anda de buen humor puede perfectamente sacudírselo
con tan sólo leerse este artículo de Juan Torres López.
La
gravedad del asunto está, en este caso, tanto en lo que pronostica, que es una “historia
para no dormir”, como en quién lo pronostica, que es un señor bastante equilibrado y
poco dado al tremendismo, aunque ciertamente bastante poco complaciente con el
actual estado de cosas y el “rumbo de colisión” que llevamos.
Por
eso digo que, aprovechando que:
Saben
de sobra que, si algunos caemos, posiblemente les aplastemos.
Que
el Señor Monti, por las mismas razones, anda amagando con dimitir.
Que
el Señor Hollande, aunque bastante “manso”, también está pidiendo “cambios”.
Y
que nuestro ínclito Sr. Rajoy está al borde de la apoplejía,
nos
pongamos de acuerdo y demos el “salto” de decirles, a ese asno (por tozuda) con
traje de chaqueta que es la Sra. Mérkel, y a esos salteadores de caminos que
son el FMI, el BCE y los mercados, que “hasta aquí hemos llegado” y que no
pagamos.
Grecia,
Portugal e Irlanda, por sí solos no han podido hacerlo; pero todos juntos sí
que podemos.
Y
en todo caso, y con carácter preventivo y didáctico, empecemos a hablar de “deuda
ilegítima” (deuda externa de un gobierno
contraída, creada y utilizada contra los intereses de los ciudadanos del país,), empecemos a
enterarnos de en qué consiste y a reclamar a los partidos políticos que
presenten mociones en el Parlamento para calificarla como tal, para que a los
prestamistas (usureros, más bien) no les queden dudas cuando ya decidamos “no
pagar, porque no podemos”.
Y,
por otro lado, quizá debiéramos ir dejando desiertas las próximas subastas de Deuda
Pública limitándonos a renovar tan sólo aquella que nos ofrecieran al mismo
interés que a Alemania e impagando los vencimientos que no pudieran cubrirse
con dichas renovaciones.
Al
fin y al cabo, si Europa y el Euro nos “atan”, que “aten” también nuestros
intereses.
Buenas
noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario