La
imagen no necesita mayores explicaciones; Aunque quizá debiera hacernos reflexionar
sobre el oxígeno que nuestro comportamiento y afición por el morbo les
proporciona a esos “bichos” que se alimentan y engordan gracias a nuestra predisposición
a consumir sin pestañear (ni alzar nuestra voz “en contra”) la carroña
informativa que estos cagatintas, disfrazados de
periodistas, algunos políticos mamporreros y bastantes idiotas, defecan cada
vez que ocurre algún asesinato indiscriminado contado con el "altavoz" de muchos (demasiados, a mi juicio) ciudadanos acríticos y supuestamente bienintencionados.
El
siguiente enlace hace referencia a la progresiva
banalización que va rodeando sistemáticamente toda la información relativa a
estos actos.
¿A quien aplaudimos en los entierros? (Juan
Herrera, Infolibre, 21-VIII-17)
Y
(añado por mi cuenta) cómo, al final, lo que -de
verdad se pretende transmitirnos, es la idea de
que, pese al desbarajuste provocado por unos asesinos más o menos descerebrados,
el sistema “funciona correctamente” y todo vuelve rápidamente a la “normalidad”
Entendiendo
por “normalidad” el dejar que media humanidad pase hambre, que los países “desarrollados”
(y supuestamente más civilizados) destripen países enteros con el pretexto de “llevarles la democracia” (y la intención de robarles su, recursos)
y también, que condenemos a morir en el mediterráneo,
o en los desiertos (de África, o México) a quienes quieren escapar de
cualquiera de esas tres plagas (provocadas por nosotros).
Y,
finalmente, entra también “dentro de la más estricta
normalidad” el provocar y alimentar guerras
civiles en los países en los que meter los tanques y los aviones resulta
demasiado escandaloso, pero cuyos gobernantes no cumplen con la obligación de
colaborar lo suficiente con “el sistema” (financiero y de
reparto de riqueza).
Saludos.
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