Aunque ya he sido reprendido por más de uno de mis
socarrones amigos y parientes a cuenta de los incontables capítulos de esta
desconocida (y poco apreciada) serie de las “máquinas de niebla” (Éste hace el
número 37, si mal no llevo la cuenta), insisto en dicha denominación.
Y lo hago por dos razones que me parecen
suficientes:
La primera, es mi natural bondad para con mis
semejantes, a la gran mayoría de los cuales la lectura del mero título les
evita el riesgo de, por curiosidad o descuido, seguir leyendo y de ese modo les
ahorro la pérdida de tiempo.
La segunda, es que, ese título (directamente fusilado
de una curiosa e inquietante felicitación navideña de mis amigos de lalinternasorda se me antojó desde
el primer momento como una expresión idónea para etiquetar mis extravagantes (Y
me temo infructuosos) intentos de llamar la atención sobre las innumerables
ruedas de molino que nos ofrece la llamada prensa seria y que la “sabiduría
popular” (la nuestra propia, incluso) termina aceptando como verdades poco
menos que científicamente demostradas.
No me extiendo más en el exordio e invito, a quien
pueda interesarle el asunto, a leerse este artículo del profesor Juan Torres
López que habla de algo que nos estamos tomando demasiado a la ligera en
relación con el enorme sufrimiento que nos va a provocar (a nosotros y a
nuestros descendientes) y el riesgo cierto de que, su mantenimiento, pueda
terminar llevándonos a un escenario de violencia y miseria.
Saludos.
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