22/2/14

El sábado estuvimos en Sol (a donar sangre)



La verdad es que no puede decirse que la cosa fuera para “echar cohetes”.
Ni desbordamos la puerta del Sol, ni tampoco (supongo) desbordamos la capacidad de los frigoríficos en los que se almacena la sangre extraída a los donantes.
Sin embargo, mi personal impresión es que, pese a ello, conseguimos nuestro propósito, que era el de llamar la atención del “ciudadano de a pie”.
“Ciudadano” que, en su inmensa mayoría, desconoce los teje-manejes que nuestros gobernantes se traen entre manos mercadeando, en provecho de las empresas (que luego les terminan agradeciendo “los servicios prestados”) con nuestros derechos básicos y malvendiendo, o comprometiendo, los bienes y organismos públicos que hasta hoy los han venido garantizando.
“Ciudadano” que no sólo desconoce dichos teje-manejes, sino que -cosa más grave aún- en muchos casos le importan muy poco, porque piensa que “a él” no le afectan.
No obstante he sido testigo de la receptividad de la gran mayoría de los transeúntes que se acercaron al autobús y que, una vez informados del motivo de nuestra presencia, manifestaban su rechazo a la privatización, a la vez que su sorpresa porque una institución tan venerada y respetada en el imaginario colectivo como es Cruz Roja, anduviera “metida en negocios”.
Tuvimos también algún que otro “discrepante a grandes voces”
que insistía en negar la evidencia de que ese mismo autobús de la Comunidad de Madrid que hoy estaba estacionado a nuestras espaldas (en el mismo sitio en el que lo ha venido estando durante años) recogiendo la sangre de los donantes voluntarios y haciendo campaña educativa para explicar la necesidad de que -quienes estamos sanos- donemos periódicamente nuestra sangre para quienes no lo están, o han tenido un accidente, cambiará de dueño (y esperemos que también “de logotipo”) pasará, a partir del día 1 de marzo, a ser gestionado por Cruz Roja Madrid.
Entidad privada (Cruz Roja) que, haciendo uso de unos medios públicos (autobús equipado y arsenal quirúrgico), se dedicará a la “recolección y venta” del producto de la generosidad de los donantes, suministrándola previo pago de 67 Euros por bolsa (450+35 ml.) al Centro de Transfusión que, hasta hoy, la conseguía en ese mismo autobús (y otros seis más, amén de dos furgonetas) sin tener que pagar ni un solo euro.    

En todo caso, aunque la cerrazón y mala fe de nuestros actuales gobernantes (que no representantes) les está permitiendo -de momento- saquear nuestro patrimonio y debilitar nuestras instituciones, la experiencia nos dice que “su tiempo” se está agotando.

En primer lugar, porque su desprestigio les está llevando a perder el respeto de la ciudadanía. Y también, cada día más, la estima de sus propios “feligreses”.
En segundo lugar, porque ya son varios los “revolcones” y marchas atrás que han tenido que asumir, debidos tanto a la presión de “la calle” como a intervención de la “justicia” (lenta justicia) en defensa del cumplimiento de las leyes que pretendían transgredir.
Y en tercer lugar porque, aunque costará mucho reconstruir todo lo que estos  depredadores están arrasando, es probable que estos mismos ciudadanos que hoy nos desentendemos de todo lo que no sea el fútbol, las telenovelas, o nuestras cuestiones “personales”, terminaremos abriendo los ojos y echando a escobazos de las instituciones a los partidos que están amparando este saqueo.
También tengo que añadir que echamos en falta a los trabajadores y vecinos de otros hospitales (será cosa de la falta de coordinación) pero nos alegramos mucho de haber podido mostrar nuestra solidaridad con el personal del autobús y con todos los trabajadores del Centro de Transfusión de Valdebernardo que, pese al ominoso silencio de los medios de comunicación, tengo entendido que siguen encerrados.
Finalmente quiero reseñar que llamó mi atención el escrupuloso protocolo que sigue el personal del Centro de Transfusión para filtrar (antes de proceder a la extracción) a la población “donante”.
Aunque parezca cosa de risa, la mayor parte de los miembros de la Plataforma quedábamos excluidos, por razón de edad la mayoría, y por achaques de salud alguno más. Pero lo más divertido del asunto fue que incluso alguna de las personas que supuestamente era “apta para el servicio” fue amablemente rechazada por una cuestión tan curiosa (para los legos como yo) como el haber residido anteriormente (y recientemente)en el extranjero.
Y no estoy hablando de Bangladesh, ni de Etiopía, sino de ese templo de las finanzas y el cosmopolitismo que es el Reino Unido.
Quiero creer que, a partir del día 1 de marzo, Cruz Roja seguirá siendo igual de estricta en la selección de los donantes y que el incentivo de los 67 € por extracción no sea óbice para mantener el nivel de control.

Porque aunque estoy seguro de que el rigor de los posteriores análisis que realiza el Centro de Transfusión, detectará cualquier anomalía, la experiencia me ha enseñado a desconfiar de las decisiones que se toman cuando hay dinero de por medio.


, . . . se puede  

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