Pienso
que la gran mayoría de nosotros albergamos pocas esperanzas de que esos dos miserables personajes, torturadores de la época
franquista, vayan a viajar a Argentina, ni tampoco a dar con sus huesos en la
cárcel.
Pero el mero hecho de que
estos dos sujetos tengan que andar por la vida el resto de sus días escondiéndose
dentro de una bufanda y tras unas gafas de sol “oscuras” (como su conciencia),
ya supone, al menos para mí, una satisfacción.
Debemos
estar preparados para encajar una nueva muestra de la venalidad de nuestro
sistema judicial en forma de artimaña de la fiscalía que, según parece, se plantea
“investigar en España a Billy el Niño y a Muñecas” en una táctica “esterilizante”
para justificar “leguleyamente” (que no legalmente) la negativa a extraditar a
estas dos escorias al país en el que los víctimas han tenido que presentar su querella
debido a la connivencia de la justicia y el gobierno español con estos sujetos
(y los de su calaña).
Pero ello no impide que, poniéndome la venda sobre esta previsible nueva desvergüenza
de la fiscalía, hoy declare que, en lo que a mi concierne, el mero hecho de que
estos dos individuos tengan que andar el resto de sus días escondiéndose por
los rincones y socialmente “impresentables” (salvo entre los de su misma
ralea), significa que, pase lo que pase, ya hemos ganado esta batalla.
Y
deseo poder cruzarme algún día con alguno de ellos para poder expresarle mi
desprecio, simplemente cambiándome de acera.
Ojalá
tengan que llevar la bufanda puesta hasta en el verano y, cuando les toque, en
el ataúd.
Saludos.
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