10/6/13

Vergüenza ajena (pensiones)

El hecho de no ser afiliado del sindicato Comisiones Obreras, no me quita el derecho a manifestar mi estupor y desaprobación.
Estupor por la inconcebible desfachatez del señor D. Miguel Ángel García que ha venido a bendecir con su voto la patraña montada por los empleados y turiferarios de la banca, la patronal aseguradora y las gestoras de fondos de pensiones, para hacer creer al ciudadano que el actual sistema es inviable.
Y desaprobación por la tibieza de los responsables del sindicato que no han desautorizado claramente a dicho señor y lo han puesto de “patas en la calle”.
Vale la pena leerse el alegato de Juan Carlos Escudier.
Como demócrata y persona respetuosa con la libertad de pensamiento y opinión que pretendo ser, no voy a exigir que un  profesional incorporado a un grupo de estudio para dar su opinión sobre una cuestión técnica, tenga que obedecer el dictado de quien le propone. Aunque lamentablemente esto ocurra con excesiva frecuencia.

Pero cuando resulta que el supuesto “experto” depone su opinión ignorando deliberadamente hechos tan públicos y notorios que hasta los ciudadanos de a pié conocemos, y justificando una (a todas luces) injustificable urgencia en cambiar “a las bravas” las reglas de juego, no me queda más remedio que preguntarme de dónde se  ha sacado el sindicato CCOO a semejante individuo.
Individuo cuyo mayor mérito y acreditación profesional, aparte de calentar una silla en el sindicato, parece ser la impartición de clases de Economía Aplicada en una universidad privada.  
Ya es bastante lamentable el que, desde hace aproximadamente 40 años, los “expertos” y los servicios de estudios de los bancos hayan venido “advirtiéndonos” del inminente colapso del actual sistema público de pensiones y, pese a que éste no se ha producido en ninguna de las fechas profetizadas tengamos que seguir escuchando la misma letanía "recitada" (sin sonrojarse) por los mismos “clérigos”.
Quizá, puestos colaborar con los “expertos”, debiéramos empezar a plantearnos la “imperiosa necesidad” de equilibrar las cuentas para poder garantizar las pensiones futuras.
Pero haciéndolo por el lado de aumentar los ingresos; Ya que, pese a las mentiras que nos cuentan, la realidad es que España gasta bastante menos que los países de nuestro entorno en pensiones.
Y, también –y de eso no se habla- que el incremento de este “gasto” (garantía de una existencia “medio decente” a quienes previamente la capitalizaron con sus aportaciones y sus impuestos desde los lejanos tiempos de la transición) es muy inferior al incremento del PIB del país (tamaño del pastel) y escandalosamente menor que el incremento de las rentas del capital, que son -más o menos- las “manos muertas” de la economía productiva (cuando no sus asesinas).
Saludos. 

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