En
aras de la seriedad que tanto me gusta pregonar, y para evitar la “banalización”
de los argumentos, me veo obligado a rectificar parte de la (falsa) información
que frívolamente incluí, el pasado sábado día 5 de mayo, en una homilía
titulada El 'milagro' de la energía
nuclear (Japón desconectó ayer su último reactor).
Que
nadie se asuste.
Aún
no he cambiado de opinión, ni han intentado sobornarme los “cuidadores” de
semejante oligopolio.
Lo
que pasa es que, con las prisas (puñeteras prisas) y la euforia (peligrosa
euforia) me pasó la que a Teseo, a quien “con las glorias, se le fueron las
memorias” y, por no acordarse de cambiar el color de las velas del barco en que
regresaba triunfante de su lucha contra el minotauro, provocó el suicidio de su
padre pensando que su hijo había muerto.
En
mi caso la cosa no sería tan grave si no fuera por la necesidad que tenemos,
quienes queremos hacernos creer, de ser lo más objetivos y rigurosos posible
cuando defendemos nuestros argumentos.
Por
eso confieso públicamente mi ligereza al afirmar que Japón era el país del
mundo con mayor dependencia de la energía de origen nuclear.
No
lo es.
Su dependencia según lo que he podido averiguar está entre el 24,9%, que
afirmaban algunos en 2011, y el 18% que afirman otros en la actualidad..
Y,
además, aunque no lo mencioné, por no habérseme ocurrido, lo más probable es
que algunas de las 54 centrales hoy “desconectadas” vuelvan a ser puestas en
funcionamiento.
Lo
cual no le quita mérito al discurso de la posibilidad de que la humanidad
sobreviva a la extinción de tan indeseable industria.
Pido
excusas por la intoxicación.
Y
en penitencia me he copiado los datos, que supongo más o menos fiables (aunque
no exactos) de un reportaje del mes de marzo de 2011 cuyo enlace adjunto y cuya
tabla (de elaboración propia) exhibo a continuación
Saludos
No hay comentarios:
Publicar un comentario