No sabemos que nos deparará el nuevo escenario
político con el que Europa se ha despertado este lunes 7 de mayo de 2012.
Pero en todo caso una cosa está clara; se ha roto el
“Consenso de Europa”, es decir el dogma de “los mercados por encima (y por delante) de las personas”.
Parafraseando a José Luis Cuerda podríamos titular
esta nueva esta nueva etapa con un:
AMANECE, que no es poco.
La derecha, en su empeño por mantener frondosos a
toda costa los parterres y el césped del mundo financiero, ha conseguido en
estos años agostar el solar de la economía productiva malgastando los recursos
públicos en la imposible tarea de mantener con vida un sistema financiero injusto,
parasitario e inviable.
En estos momentos la chispa del descontento, avivada
por el viento del sentido común, está empezando a prender en la yesca de
desesperanza y humillación que nos quieren vender como futuro inevitable.
En la naturaleza, en ausencia de humedad y con mucha
broza sin limpiar, la propagación del fuego suele ser inmediata y, salvo cambio
en la dirección del viento, los incendios suelen resultar devastadores.
La parte buena es que, una vez que a los griegos les
han robado hasta la camisa (además del sector público y sus derechos
ciudadanos) lo único que queda por quemar en ese país es la montaña de “los papelitos” de la deuda
pública y los compromisos con los banqueros y sus sicarios.
A Grecia, por ser pequeñita, la están utilizando
como un laboratorio.
Pero con un poco de suerte terminará siendo un aviso
para navegantes y un “faro” que nos indique a los demás la peligrosidad de
navegar por el “mar de la austeridad”
Bienvenidos sean Syriza, D. Francois Hollande, el nuevo gobierno andaluz y todos aquellos
dispuestos a cuestionar el retroceso democrático que, en nombre de la economía,
nos quieren imponer.
Lo primero, y en ello estamos, frenar el avance.
A continuación, recuperar los derechos robados (sistema impositivo,
empresas públicas, sanidad, educación, derechos laborales, . . .)
Y, después (y, si no, no llegaremos muy lejos) empezar a
“desmontar” el tinglado financiero-económico-mediático que, con tanta desvergüenza
como incompetencia, nos ha traído hasta
donde ahora estamos.
A base de tanto agitarlo, el espantajo del
anticomunismo empieza a provocar más risa que miedo, y, para colmo, se le
empiezan a ver los trapos sucios de los intereses poco confesables con los que
lo hinchaban sus propagandistas.
Pongo a disposición de quien haya llegado hasta aquí
dos textos recientes que, a mi juicio, además de apuntar hacia el futuro, vienen
perfectamente a cuento.
Lo dicho, Amanece, que no es poco.
El futuro “está por hacer”.
Saludos.
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