Discúlpenme
ustedes si les esbozo, aunque sea someramente, lo que son “las listas abiertas.
No
es que les tenga por ignorantes, pero he podido comprobar, en multitud de
ocasiones, que la “idea” que tenemos de algunos mecanismos (sobre todo
electorales) es, a veces, un tanto peregrina y distante de la realidad. (algún
día diré algo a propósito del “voto útil”)
Listas
abiertas, por si alguien no se ha fijado, las tenemos en nuestro sistema
electoral para el Senado.
Y,
servidor de ustedes, en uso de su libre derecho de elección, tiene a gala desde
que le permitieron votar, hacerlo a dos partidos distintos (por razón de
utilidad) en primer lugar al candidato número 1 de “su partido favorito” y a
continuación a los candidatos números 1 y 2 de otro partido que no siendo “su
favorito” tiene posibilidades de obtener 1 o 2 escaños en el Senado por su “provincia”
en detrimento de otros partidos aún mucho menos “favoritos”.
Bueno
pues eso mismo, pero mucho más divertido, serían las listas abiertas llevadas a
las elecciones a diputados (nacionales o autonómicos) o a concejales.
Uno
podría votar sólo a los nombres que quisiera de cada lista con el único límite
de no votar a más personas que el número de diputados o concejales que tenga su
parlamento regional o su ayuntamiento.
Eso
le permitiría a usted no tener que “envainársela” si en la lista de su
preferencia se hubiera colado un golfo, un vago o un incompetente, pues podría
votar a todos los demás menos a él (o ellos) y, o bien renunciar al resto de su
capacidad de elección, o sustituirlos por otras personas, a su juicio,
honradas, trabajadores o competentes de otro partido.
Bueno
pues este exordio viene al caso de que el señor Arturo González quien, que yo
sepa, no es primo mío, publica hoy en el diario “público.es” un breve texto con
una autoencuesta, (“prueba del algodón”
diría yo) para que cada quien, en la soledad de su alcoba, valore las virtudes
que ,sobre la languideciente y poco edificante vida política actual, podría tener
la implantación de dicho sistema en todas las elecciones del país y no sólo en
el Senado que es una cámara por decirlo amablemente “peculiar”.
No
me extiendo más; y, aunque aclaro, que todo tiene sus ventajas y sus
inconvenientes y de ello podríamos opinar más adelante, pongo a su disposición
el susodicho enlace.
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