Soy
plenamente consciente de que (por enésima vez) la cruda realidad convertirá mis
vaticinios en papel mojado (creo que hasta la fecha no he atinado ni siquiera
cuando vaticiné que iba a equivocarme) y seré nuevamente el hazmerreír de
amigos y allegados.
Pero,
como tengo las espaldas bastante anchas y robustas (ventajas de la “joroba” que
porteo), no voy a privarme de aventurar, una vez más, mi intuición de que pese a “la que está cayendo”, Trump, Putin, Erdogán,
Le Pen, Wilders, Hofer, Petry, Hollande, May, Tajani, Mariano y otra larga
serie de fanáticos, o meros gaznápiros (pero depredadores todos), estamos en
puertas de un cambio “atmosférico”.
Las
últimas semanas estoy teniendo la misma sensación de cuando, tras un periodo de
extrema sequía y frío desagradable, empiezo a notar que las aletas de la nariz
se me vuelven más flexibles barruntando la lluvia que nos traerán las nubes que
oscurecen el horizonte.
Lo
digo porque, pese al desolador panorama que nos encontramos cada mañana al
abrir los ojos (y los oídos), aprecio un rumor de fondo que quiero creer es el
de nuestro hartazgo combinado con el absoluto descredito de quienes nos
gobiernan y “mal-administran” el mundo.
Desgraciadamente,
si finalmente las cosas empiezan a cambiar, será demasiado tarde para muchos a
quienes la “realidad” ya les habrá jodido (a veces irremediablemente) la existencia.
Pero
en todo caso pienso que debemos aprestarnos a no dejarnos embaucar y,
ya que no tenemos fuerzas (ni fe en nosotros mismos) para parar los pies a la barbarie,
burricie, codicia e injusticia que nos infligen, que seamos capaces, al menos,
de esquivar (en lo que buenamente podamos) al “sistema” haciendo exactamente lo
contrario de lo que nos propone y espera de nosotros.
La
foto que encabeza este texto es para mí un claro ejemplo de cómo “los pequeños”
(en este caso Greenpeace) le pueden tocar (siquiera sea levemente) las narices
a los poderosos.
No
olvidemos que en Francia, dentro de poco, tendremos ocasión de ver si nuestros
vecinos han aprendido algo del cuento de aquel príncipe socialdemócrata que nos
salió rana.
Y
tampoco que, a Portugal, pese a que lo gobierna una alianza de masones,
bolcheviques y populistas de la peor especie, no parece que le esté yendo peor
que cuando gobernaba la Troika.
Y
que aquí (en casa) habrá “reunión de pastores” en varios partidos y estamos a
tiempo de que no en todas ellas la cosa acabe en “oveja muerta”.
Y para apoyar mi “milonga del ingenuo” aporto un par de artículos (de hoy mismo) que, de algún modo, entiendo, avalan mi espejismo.
Como
puede apreciarse, uno está sacado de un periódico “de derechas” que todavía
(aunque cada vez menos), entre sus publirreportajes políticos, publica a gente
independiente.
Y el otro de un “periodicucho” digital que seguramente vende
poco, pero que, junto con otros pioneros, está empezando a convertir el secarral informativo de los grandes medios en un pequeño oasis de independencia y honestidad profesional de cuyas fuentes podemos beber sin temor a intoxicarnos.
Saludos.
(Y disculpen mi optimismo).
(Y disculpen mi optimismo).
(En
cuanto llegue a casa me tomaré “la pastilla”)
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