De espaldas al país, a sus
militantes, a su iderario y a sus promesas. “A favor” de sus intereses
personales (como el PP)
Tras venir observando la evolución de los acontecimientos y
el descarado bombardeo mediático destinado a cubrir las vergüenzas del “Rey
desnudo” (me refiero al poder político de nuestro país), me debatía entre
vomitar preventivamente mi bilis o, por prudencia, esperar hasta el momento en
que, tras la investidura de D. Mariano Rajoy, la felonía finalmente resultara
irreversible.
Hoy, una vez se ha consumado la primera parte de la traición
(otro calificativo no merece la decisión de Comité Federal) decido expresar mi,
asco, mi vergüenza y mi grave preocupación.
ASCO de pensar que este páis (sus representantes) pueda asumir el
elevar a la dignidad de Presidente de Gobierno a un individuo que, aún respetando
la presunción de inocencia, tiene todas las trazas (y casi todos tenemos el
convencimiento) de ser el jefe de una banda de sicarios que trabajan al
servicio del neoliberalismo y, de paso y a su amparo, ejercen de salteadores de
caminos (por cuenta propia), arramblando con todo lo que pueden “pillar” para su lucro personal.
A esta gentuza la vamos a poner al frente del gobierno de
nuestro país.
VERGÜENZA (ajena en mi caso) por el indecente comportamiento de una
gran parte de los dirigentes del mal llamado Partido Socialista Obrero Español
que, atendiendo al mantenimiento y mejora de sus propios pesebres y en pago a
décadas de halagos, gabelas y oportunidades de “negocio”, van a hacer posible
el gobierno de un Partido Popular corroído hasta la médula por la corrupción y dispuesto a seguir destrozando las
instituciones públicas, malvendiendo el patrimonio del Estado y liquidando
derechos y libertades que heredamos de nuestros mayores y conseguimos con
nuestro esfuerzo.
GRAVE PROCUPACIÓN Porque, en contra de lo que
parece que muchos opinan, no estoy demasiado convencido de que, una vez investido
D. Mariano Rajoy, vaya a resultar posible el “atarle corto” desde los escaños del
Congreso.
Y ello por tres razones:
La primera y quizá la menos importante, es su absoluto
control del Senado que, aunque no disponga de poder “ejecutivo”, podrá
empantanar cualquier proceso o iniciativa legislativa que moleste al sistema
financiero y gran-empresarial o a los intereses partidistas del Partido
Popular.
La segunda es que el Partido Popular, haciendo gala de sus ya
acreditados cinismo y desvergüenza, no tendrá empacho en recurrir a
judicializar todas aquellas cuestiones y Proposiciones de Ley cuya aprobación
no pueda impedir en las votaciones del Congreso.
Lo hicieron cuando aún no gobernaban no renovando los cargos
del Consejo General del Poder Judicial y otros organismos y recurriendo ante el
Tribunal Constitucional todo aquello que
no se acomodaba a sus intereses.
Y con mayor razón (y facilidad) lo harán ahora que han
infiltrado los tribunales superiores con impresentables sujetos de la catadura
moral de D. Enrique López, Dª Consuelo Madrigal, o Carmen Valcarce (por citar
tan solo tres nombres).
Y la tercera, que quizá sea la más importante y lamentable,
no es otra que el “casi total convencimiento” que tengo de que una parte de los
profesionales de la política (más bien del pesebre, diría yo) que ostentan el
cargo de diputados del PSOE (y otros puestos en la Administración del Estado)
van a actuar como cómplices de las políticas que nos impondrán el "Cártel de Bruselas" y la
Santa Compaña del FMI, BCE y el Eurogrupo, además de unirse, como en algunos
casos ya han hecho, al Partido Popular en la orgía de saqueo de este país en beneficio
propio y de quienes les mantienen y justifican mediaticamente.
Y nuevamente, con el cuento del “Sentido de Estado”, votarán
al unísono del Partido Popular.
Saludos.
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