Tras
haber sido durante muchos años (desde que se creó) un impenitente entusiasta de
la “moneda única” ignorando las advertencias de personas tan bien documentadas
como Paul Krugman, Joseph Stiglitz, J. Fco. Martín Seco, Vicenç Navarro o Juan
Torres, el reciente saqueo y humillación de Grecia (Y el más discreto, pero no
menos efectivo, de nuestro país, Portugal y otros) me ha hecho reflexionar sobre el asunto y ha enfriado
un tanto mi entusiasmo.
Y
a estas alturas he llegado a la conclusión de que, no sólo Grecia debe volver a
“la Dracma”, sino que el resto de los países debemos reintroducir nuestras
viejas monedas para utilizarlas en el mercado interno y de productos básicos,
es decir:
Salarios,
pensiones, alimentación, transporte, energía, sanidad, educación, vivienda, vehículos
y electrodomésticos de bajo coste y, en resumen, todo aquello necesario para
llevar una “vida diaria”, digna, confortable y sin lujos mediante el acceso a
bienes y servicios de “producción propia”.
Para
todo este conjunto, nuestra “Peseta” sería de obligada aceptación por parte de
los fabricantes y comercios, interviniendo severamente el Estado ante la más mínima
sospecha de acaparamiento y creación de mercado negro.
El
Vega Sicilia, los BMW, el Camembert, los televisores de 50 pulgadas, los
hoteles de lujo y los viajes al extranjero podrían cobrarse en Euros.
Y
en Euros se pagarían el petróleo, el gas y todas las importaciones.
Todo
ello sin abandonar el Euro, ni tener necesidad de modificar (de momento) ni una
coma de los siniestros “tratados” que, con mil mentiras y ocultaciones, nos han
llevado a perder el control de nuestros propios países.
Quienes
me conocen ya han tenido ocasión de escuchar estas “fantasías” (Las
Euromonedas); Pero hasta ahora no he hecho demasiado hincapié dada la “soledad”
de mi ocurrencia, que -por cierto- no es muy distinta de la que planteó (sin
éxito) el anterior ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis.
Pero
hoy he localizado un artículo de Herr Oskar Lafontaine, ese alemán de apellido
francés que fue ministro con el PSOE (SPD) y, vista la deriva neoliberal de su
partido, se afilió a IU (Die LinKe) en el que se pronuncia en términos
similares.
Recomiendo
la lectura de su artículo y que, quien lo juzgue razonable, vaya animando este
debate para propiciar un estado de opinión favorable a una decisión que quizá
pueda evitar males mayores.
Porque
aunque evidentemente el título “Volver a
la Dracma para evitar la tragedia” es un recurso facilón para “llamar la
atención”, lo cierto es que en el fondo, si las cosas no se enderezan, será una
triste realidad.
Sigo
creyendo y apreciando a Europa, porque creo que, quizá, era el proyecto
político más maduro con posibilidad de evolución democrática.
Pero
esa no es en absoluto la Europa que ahora tenemos, ni mucho menos la que
estamos consintiendo que “nos construyan”.
Los
próximos meses se presentan como una estupenda ocasión de volver a retomar las
ilusiones y las energías (elecciones en Grecia, Portugal y España).
Y
por añadidura, donde menos cabía esperarlo (Inglaterra), es probable que el
próximo 12 de Septiembre se produzca el punto de inflexión del avance del
neoliberalismo con la elección de Jeremy
Corbyn. (Como jefe de filas del Partido Laborista)
¡Atenta
la compañía!
Saludos.
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