En cierto modo los griegos han vuelto a la “casilla
de salida” previa a las elecciones generales de 2012 tras revivir un episodio
similar (O, más bien, simétrico) al que -el 11 de noviembre de 2011- forzó la
dimisión del primer ministro Yorgos Papandreu por el veto (Ordenado por la
troika y los piadosos y solidarios estados ricos de la UE) de los partidos
neoliberales griegos (Incluido el Pasok) a la celebración de un referéndum en
el que los ciudadanos pudieran opinar sobre las condiciones del rescate (refinanciación).
En aquella ocasión dimitió -por orden de La Troika-
un primer ministro elegido por el pueblo.
Y en ésta, ha dimitido -por orden de los
representantes del pueblo griego- el
primer ministro impuesto por La Troika mediante la intimidación y el chantaje
en la campaña electoral.
Ahora falta por ver si los ciudadanos volverán a
dejarse intimidar con las penas del infierno que les auguran Europa y los sicarios
del mundo financiero, una vez que ya han disfrutado (durante 3 largos años) del "paraíso" de la austeridad y la
liberalización de la economía, consiguiendo duplicar su deuda pública, multiplicar
por cuatro los intereses necesarios para pagarla, malvender lo mejor del
patrimonio público (rentable) y desmantelar una buena parte de unos servicios
públicos que, aunque al parecer no eran especialmente eficientes, garantizaban
una cierta igualdad social.
Y todo ello para “quedar bien” con los
“acreedores”; Es decir, los fondos de inversión (Buitres, halcones y palomas),
la banca europea y norteamericana y los “vendedores de armas” (Alemania, Reino
Unido y Francia).
Esperemos que en esta ocasión a los griegos no les
venza nuevamente el miedo y, ahora que ya tienen bastante menos que perder (porque
ya han perdido mucho), comprendan dos cosas:
La primera: Que muy probablemente La Troika y toda
su santa compaña quizá no estén en condiciones de cumplir sus amenazas de
estrangular financieramente el país, porque podrían terminar provocando un
terremoto sociopolítico de magnitud (sur)europea, y ese escenario les
resultaría inmanejable.
La segunda: Que si la primera no fuera cierta,
quizá fuera preferible encerrarse en el propio territorio, seguir pasando
hambre y miseria, comer aceitunas, yogur y queso feta, beber aceite de oliva y
vino de Rodas y utilizar el dinero que ahora dedican a engordar los bolsillos
de los banqueros y comerciantes de armas europeos para atender las necesidades
básicas de los ciudadanos en materia de sanidad, educación, pensiones,
protección social, inversión productiva y otras “cosillas” que, aunque se
paguen en Dracmas, no podrán vetarles “los hombres de negro”.
Pasar frio por falta de petróleo ya lo están
pasando en este momento.
Y, como se descuiden, les van a recetar el pasar
más (y comer menos) aún.
El panorama se pone interesante; Y de algún modo
quienes pensamos que hay que poner fin a toda esta barbarie, debiéramos
ingeniárnoslas para hacer llegar al pueblo griego nuestro apoyo moral.
Porque, además, si ellos dan un primer paso, nos será
mucho más fácil dar el siguiente a los españoles, portugueses, italianos y
franceses (entre otros).
En América latina ya lo hicieron hace unos cuantos
años (en condiciones mucho peores) y en estos momentos, además de haber
mejorado su nivel de vida y dignidad, son algo menos vulnerables que quienes
vivimos metidos en la jaula del Euro.
Saludos.
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