No
sé si a estas alturas quedan ciudadanos que (en conciencia) aún crean las
palabras de nuestro actual presidente de gobierno.
Y
desde luego, los que haya (que alguno habrá) debieran plantearse seriamente una
revisión a fondo de su estado de salud mental.
Por
supuesto habrá muchos (muchísimos) que, aun sabiendo que miente, estarán dispuestos
a afirmar públicamente -y aparentando gran convencimiento- que nuestro (moral y dialécticamente) indigente presidente, luce un maravilloso traje, comparable a aquel que
supuestamente cubría las vergüenzas del “rey desnudo”.
Y
dispuestos, también, a describirnos la magnificencia y esplendor de ese “Retablo
de las maravillas” que, el gobierno en pleno, con su presidente al frente y la
trompetería de los medios de comunicación, pinta cada día sobre los
desconchados y agrietados muros de nuestros salarios, nuestros derechos,
nuestras ilusiones y nuestro futuro; Es decir,
de nuestras vidas.
Allá
cada cual con sus decisiones.
Sin
embargo incluso los que somos tan torpes (o tan maliciosos) que no acertamos a
ver tantas mejoras ni tan brillantes perspectivas, estamos colaborando a tan
indigno “estado de cosas” con nuestra indiferencia, nuestra mansedumbre y
nuestra pereza (moral, mental y física).
Por
este motivo, una vez más (y ya he perdido la cuenta de cuántas) me disfrazo de “agitador
profesional” (al servicio del oro de Moscú, o de dios sabe dónde) y me permito
llamar la atención sobre la convocatoria que, bajo el nombre de “Marchas de la
dignidad”, han realizado una serie de colectivos de distinto pelaje para
intentar llenar la calle el próximo día 22 de marzo (sábado).
No
me voy a extender en detallar quiénes son y por qué convocan esta marcha; pero diré que
sus razones coinciden, en general, con las mías.
Y
que, aunque soy consciente de que ese sábado no conseguiremos cambiar el mundo,
si somos muchos y lo tenemos claro, habremos mandado un nuevo mensaje de
dignidad, de reproche y de aviso, a los depredadores que detentan el poder y,
también a todos los compañeros de viaje que desde la “confortable oposición”
andan enredándonos con sus promesas de hacer mañana lo que no hicieron ayer, mientras
esperan que les toque “su turno”.
Esta
convocatoria no es de ningún partido concreto, aunque todos los convocantes cojeen
del pie de estar hasta las narices de mentiras, de extorsiones financieras, de pérdida
de derechos y salarios, de rebajas de pensiones, de malversación del patrimonio
público, de desfachatez de los poderosos y los corruptos, de la venalidad de
algunos (demasiados) fiscales y jueces . . .
Y del saqueo sistemático y generalizado al que el gobierno se ha lanzado con el fin de arramblar con todo lo que se pueda del estado de derecho antes de que les quitemos esa mayoría absoluta en la que se amparan.
Y del saqueo sistemático y generalizado al que el gobierno se ha lanzado con el fin de arramblar con todo lo que se pueda del estado de derecho antes de que les quitemos esa mayoría absoluta en la que se amparan.
Quienes
creamos que vale la pena salir a la calle el primer día de la primavera
astronómica, para ver si podemos también ganarnos una primavera social, disponemos
de tres semanas para, si de verdad queremos hacernos oír, reservar la mañana de
ese sábado y acudir a hacer bulto y expresar nuestra pacífica, pero severa,
reprobación a todos los indecentes que nos están fastidiando la existencia, o
permitiendo que otros nos la fastidien.
La
convocatoria viene “de largo”:
Pero
sigue “viva”:
Y
para los más curiosones (que todos lo somos en alguna medida) añado que el
movimiento 22 de marzo, no es una cosa de hoy, sino que en su día fue el germen
del Mayo del 68.
Episodio
que a los más jóvenes se suena a algo parecido al “antiguo testamento” y a los
que ya vamos siendo “algo menos jóvenes” nos pilló desprevenidos cuando
intentábamos averiguar de qué color era, y a qué sabía, “la Libertad”
(individual, la nuestra propia).
Ahí
queda la nota “pseudo-erudita” (ventajas de internet)
Saludos.
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