9/11/13

Efectivamente . . .


Aunque no le sigo de cerca, y sus “compañías” me producen a menudo una cierta inquietud, lo cierto es que sigo considerando a D. Julio Anguita González como una cabeza pensante de gran valía, como un lúcido espectador (y analista) de los tiempos que vivimos y también (y sobre todo) como una persona intelectualmente honesta e insobornable.
Por otra parte, dado que los foros habituales de la progresía, debido a su aspereza de trato y su discurso puramente ideológico y aparentemente desenganchado de “la realidad”, no le conceden mucho (ni poco) espacio, nos resulta complicado seguir sus opiniones  a los que no somos fervientes seguidores ni estamos apuntados a ningún club de admiradores.
Curiosamente es en un diario económico perfectamente neoliberal donde, de vez en cuando, se puede uno topar con sus escuetos análisis.
Este de hoy me ha parecido muy oportuno porque pienso que, a base de repetírnoslo, nos estamos empezado a creer que la solución al desempleo pasa por montarnos nuestro propio empleo.
Y a base de ensalzar la figura del “emprendedor” están lavando la cara a lo que no es más que una operación más para destruir al Estado por la vía de quitarle todo tipo de responsabilidades para con los ciudadanos.  

Y, aparte de coincidir en todo con su punto de vista, considero necesario que nos paremos un momento a pensar en lo que tiene de “desfalco” esta nueva “oferta” que nos están haciendo los gobiernos del mundo ¿desarrollado?,
Oferta que, en el fondo, consiste en que nuestros hijos (o nosotros, si no tenemos más remedio) se costeen “los pertrechos”, monten un “negocio”  y se pongan en la esquina para ver si “levantan algún cliente” que, con suerte y como mucho, les irá suministrando el trabajo con cuentagotas en la medida que no encuentre otro más barato o más dócil.
Y sin asumir ninguna responsabilidad sobre su hambre, sus necesidades, ni –mucho menos- su futuro. Cosa que de algún modo hacen las empresas normales.
Lo malo del caso es que esa morralla nos la envuelven en celofán ideológico y termina por resultar tan apetitosa como esa cosa que llaman Mcnuggets” que, por lo visto, tras un análisis de laboratorio, están compuestos poco menos que, de mierda (gastronómicamente hablando).
Ahí queda por si alguien quiere meditar sobre el particular.
Y quede claro que no soy funcionario, ni asalariado de nadie y tengo en muy alta estima a quienes se organizan la vida por su cuenta.
Pero esto es otro asunto.

Saludos.    

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