Como
me descuide voy a ser el último español en opinar sobre el controvertido y “apasionante”
asunto de las 13 fincas que nunca vendió la señora Cristina de Borbón (alias “la
infanta”)
Para
remediarlo paso a exponer mi personal opinión sobre el asunto:
En
primer lugar debo reconocer que he escuchado muchas, y algunas muy bien argumentadas,
teorías.
Y,
al principio, la más plausible me pareció la que Luis García Montero describió
en “La importancia de los tontos en la
historia” (Público.es, 20-VI-2013).
Me
apunté a ella simplemente porque me parecía la más elemental; y, aunque sé de
sobra que casi nada “ocurre por casualidad” y que hay muchos personajes (e intereses)
empeñados en cubrir las vergüenzas de dicha señora, no terminaba de ver claro
que semejante batiburrillo informativo beneficiara a “la infanta” o,
alternativamente, pudiera perjudicar al juez (o la instrucción del juicio).
Sin
embargo, el pasado viernes, cenando en casa de unos amigos, metí el hocico en
una conversación en la que dedicamos un buen rato a “averiguar la verdad”
No
voy a reproducir aquí todas las fantasías que unos y otros desgranamos al
respecto. Pero diré que, a toro pasado, me vino a la cabeza la siguiente
interpretación de los hechos que resumo escuetamente en tres puntos:
1ª La
señora Cristina de Borbón, tal y como ella misma afirma, jamás ha sido
propietaria, ni por tanto ha vendido, ninguna de las fincas que se le
adjudicaban en el informe de la Agencia Tributaria.
2ª La
Agencia Tributaria, de mala gana y a regañadientes, se limitó a enviar un
informe al juez transcribiendo los primeros datos que pilló a mano sin molestarse
en comprobarlos, ni tampoco valorar qué trascendencia tributaria podrían tener,
o qué responsabilidad fiscal podría derivarse de unas transmisiones
patrimoniales no declaradas.
3º No
tengo tan claro que todos los señores notarios intervinientes no estén
ocultando algunos comportamientos “non sanctos”
Lo
digo porque, a lo largo de los días, han pasado de jurar sobre la biblia que
"era imposible que se hubiera producido algún error", a decir que "es imposible que se haya producido ningún error
, aunque" . . . . “El
Consejo General del Notariado ha hecho público este miércoles un comunicado en
el que reconoce un error humano en el momento de rellenar tres de las fichas
electrónicas que enviaron al catastro la . . . “
(Europa Press) El diario.es, 26-VI-2013)
Conclusión
(y con esto acabo):
Mucho
me temo que acabamos de verle la punta a un “iceberg” de fraude tributario que
determinados notarios, oficiales (de la notaría), registradores, o gestores,
vienen practicando desde hace ya mucho tiempo con las transmisiones de
determinadas herencias o transmisiones patrimoniales (que pueden ser reales o, como parece
este caso, ficticias).
Herencias
en las que con el fin de ahorrar plusvalías a los vendedores (o fines aún más
inconfesables de blanqueo en las transmisiones ficticias) y aprovechando la
circunstancia de que los fallecidos no suelen presentarse en la notaria para
identificarse el día de la “manifestación, adjudicación y aceptación” de sus
herencias, o la transmisión (ficticia) de sus bienes, alguno de dichos señores
(notarios, oficiales, registradores, o gestores) se “confunde” oportunamente al
teclear el número del DNI y “sin querer” adjudica “involuntariamente” la transmisión
a alguien a quien consideran que difícilmente será objeto de ningún requerimiento
o inspección tributaria.
Ahora,
estoy convencido de que “de motu propio”
(y para tranquilizar a los malpensados como yo y lavar la honra de la casa real),
la Agencia Tributaria va a hacer un rastreo de todas las transmisiones patrimoniales
de los últimos años en los que aparece algún DNI que empieza por 6 ceros (tengo
entendido que los primeros 90 números del DNI son propiedad exclusiva de los
especímenes de “sangre azul”).
Ardo
en deseos de conocer dichos resultados
Y,
a lo mejor, nos llevamos alguna sorpresa.
Eso
es lo que se me ha ocurrido a la vista del curso de los acontecimientos.
Saludos
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