15/5/13

Efectivamente

Andaba yo echando en falta algún modo de poder explicar -sin ofender demasiado- el poco edificante espectáculo de un Partido Socialista cuya principal seña de identidad política ha sido su anticomunismo.
Llegaron al poder (tras 100 años de honradez y “40 de vacaciones”) invitados por la embajada de los EEUU y arropados los buenos oficios (y la financiación) de la socialdemocracia alemana (Helmut Schmidt) como dique de contención de unos anhelos ciudadanos embalsados en los 40 años de dicta-dura/blanda en los que las únicas gentes que “dieron el callo” fueron el (clandestino) PCE, el sindicato CCOO y, en menor medida (y sin poner las costillas), algunos democristianos.
Cuando murió "el caudillo", al PSOE y a la UGT ni se les conocía (salvo en los libros de historia) ni tampoco se les esperaba.
Hoy Rafael Reig, contestando a un lector,  lo ha expresado con bastante claridad y gracia (y sin demasiada mala leche).  

Resulta muy oportuno en estos momentos en que, por un lado algunos dirigentes del PSOE andan paralizados por el pánico soltando eructos políticos (o cacareando viejas consignas) y, por otro, algunas gentes de su izquierda y otros “militantes” de las filas del eclecticismo político, están deseando pasarles la factura y condenarles al ostracismo.
Lo he dicho anteriormente, pero no está de más repetirlo:
Una cosa son los dirigentes de un partido (El PSOE) que han conseguido, ellos solitos, tirar por la borda su prestigio y hacernos olvidar las cosas buenas que hicieron (que algunas hicieron) y otra muy distinta sus militantes y sus bases electorales que, aparte de numerosos, me merecen todo el respeto y son parte de la ciudadanía que queremos cambiar este país.
Saludos.

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