Que
nadie vaya a pensar que “he descubierto el mediterráneo y sus aledaños”.
Un
servidor es tan ignorante como (con perdón) sus lectores (y, a veces, amigos); Y
se limita a transcribir lo que una persona tan autorizada como el profesor
Vicenç Navarro ha publicado hoy en Público (valga la rebuznancia).
Aunque
tras leerlo pienso que quizá debiera haberlo sospechado, lo cierto es que (como
le pasará a mucha gente) no se me había ocurrido pensar que, tal vez, la miseria
de Bangladesh, como la de Haití, Guinea Ecuatorial y tantos otros países, no es
tal y realmente son países “ricos”.
Los
miserables son sus ciudadanos (si tal calificativo puede aplicársele a quien
carece de los derechos más elementales) o mejor dicho los infelices seres
humanos que tienen la desgracia de haber nacido y malvivir en semejantes campos
de exterminio (de la dignidad, de los derechos y, también, de la mera existencia).
Pese
a su relativa extensión (1.690 palabras) en mi opinión merece la pena leerlo de
principio a fin.
Ciertamente
el Profesor Navarro no es tan divertido como Aníbal Malvar, o Isaac Rosa.
Pero la claridad con la que cuenta las cosas y la solvencia con la que respalda sus afirmaciones hacen de su lectura un ejercicio necesario y para algunos, “gratificante”.
Pero la claridad con la que cuenta las cosas y la solvencia con la que respalda sus afirmaciones hacen de su lectura un ejercicio necesario y para algunos, “gratificante”.
En
mi caso diré que, a partir de hoy, cuando compre ropa voy a mirar con lupa (aunque
necesite un “cuentahílos”) las etiquetas.
Y
no pienso comprar nada "fabricado" en Bangladesh, o en la India.
Eso: De momento, y hasta que localice una lista (fiable) del ranking de países que
practican la esclavitud en el sector textil.
Realmente
consumo muy poca ropa y supongo que D. Amancio Ortega (por poner un ejemplo) no
me va a echar en falta, pero tampoco va a ganar un céntimo pagado por mí y
robado a quienes hicieron el trabajo.
Hasta
hoy he venido dedicando largos ratos en “la compra” a rechazar las legumbres
que vienen de Méjico (alubias) o Canadá (garbanzos)
cosa bastante difícil de averiguar si no se tiene una vista de lince (texto
microscópico y reclamos engañosos) y una paciencia de faquir.
Y
lo curioso es que no lo hago porque piense que Canadá o Méjico paguen mal a sus
agricultores, sino por una simple razón de sostenibilidad medioambiental (los
garbanzos no tienen por qué viajar 4.000 Km, si los tengo en Palencia a 250 Km
de mi cazuela).
Así
que, con mucha más razón, a partir de ahora, voy a evitar toda la ropa que me
dé un tufillo a “explotación de mano de obra”.
Saludos.
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