7/4/13

La ''estafa'' (moral y conceptual) de la ''casilla'' del 0,7



Aprovechando que hoy es día 7 y acaba de comenzar la campaña de la Declaración de la Renta, voy a exponer mi opinión sobre "el 0,7" y el engaño que, a mi juicio, supone el marcar la casilla de “106 Asignación de cantidades a fines sociales”  mediante la que Hacienda (que somos todos) nos anima a ser “solidarios” y destinar “un 0,7 por 100 de la cuota íntegra a los fines sociales previstos en el Real Decreto 825/1988, de 15 de julio (BOE del 28)”.
Antes de nada quiero aclarar que, lo que afirmo para la casilla 106 (Asignación de cantidades a fines sociales) , sirve igualmente para la casilla 105 (Asignación tributaria a la Iglesia Católica).
Pero prefiero centrarme en la casilla 106 porque creo que es donde se produce el mayor engaño.
Y lo digo por las siguiente razones:
1ª Cuando marcamos la susodicha casilla, no estamos siendo solidarios con nadie. Simplemente estamos sustrayéndole al Estado una parte de nuestros impuestos para que, supuestamente, dedique dicho importe a “fines sociales”. Es decir no ponemos ni un solo céntimo de nuestro bolsillo.

2ª Además, con este “gesto”, contribuimos a tapar las vergüenzas de nuestros sucesivos gobiernos que, con dichos dineros, disimulan el incumplimiento del compromiso adquirido en octubre de 1981 de destinar (el  Estado) el 0,7 % del PIB a la cooperación al desarrollo.
3ª Adicionalmente, aunque muchas de las personas que marcan dicha casilla no desean que se financie con dinero público (y mucho menos con el suyo) a la iglesia católica, una parte de ese esos importes terminan recalando en organizaciones confesionales regentadas en su mayor parte por la iglesia católica.
Y, lo que es peor, sospecho que una buena parte de esa buena parte pueda quedar en manos de la “jerarquía” y no llegar jamás a las organizaciones que realmente trabajan con la “gente”.
Durante bastantes años marqué dicha casilla hasta que algunas personas me advirtieron de la incongruencia y la hipocresía de pretender ser solidario sin gastarme un duro y permitiendo que el gobierno de turno utilice ese dinero (que dejo de pagar para contribuir al mantenimiento de mi país), para aparentar que cumple sus compromisos con los países empobrecidos.
Si queremos ser “solidarios” lo tenemos muy fácil: Saquemos dinero (poco o mucho) de nuestro propio bolsillo y entreguémoslo directamente a cualquiera de las organizaciones (confesionales o aconfesionales) que trabajan día a día y a pié de calle.
Pero no le quitemos al Estado parte del dinero que precisa para mantener la Sanidad, la Enseñanza y todos los servicios que hacen más llevadera la existencia de quienes menos tienen y más necesitan.     

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