3/11/12

Reflexiones ante la próxima huelga general del 14 de noviembre (III)

Falta poco más de una semana y nuestros gobiernos (nacional y regionales), conocedores de nuestra bien acreditada pereza e incapacidad de hacer cualquier cosa distinta de despotricar, siguen trabajando diligentemente para cumplir sus obligaciones para con sus amos (quienes les sustentan) y, de paso, alcanzar sus propios objetivos que, aunque no figuraban en sus programas oficiales (por impresentables y escandalosos), eran, y son, parte de su programa real.

Es decir el desmantelamiento de todo el sector público y su malventa (o regalo) a los representantes del sector privado más afines a su ideología y, sobre todo, a sus intereses (personales y familiares).
De este modo, confortablemente arropados por nuestra pasividad, el gobierno liberará al Estado y las Instituciones de la obligación de garantizar a cualquier ciudadano, con independencia de su poder adquisitivo, la Sanidad, la Educación,  el agua, la energía el transporte y las pensiones, que dejarán (por fin)  de ser “Derechos” para convertirse en “Servicios”.
Es decir un inmenso negocio cuyos clientes seremos todos los ciudadanos cautivos de nuestra necesidad de sanarnos, educarnos, beber, encender la luz, desplazarnos y ahorrar para la vejez.
Y como esto es un mercado libre: A nadie se obliga,
Si usted no lo desea (o no le alcanza el dinero) no tiene más que rechazar la oferta del mercado.
Pero no nos engañemos: El Estado seguirá recaudando impuestos.
Ahora ya no para costear la Sanidad, ni la Educación, sino para pagar las deudas de los bancos quebrados (que no quieren que quiebren), y los intereses del dinero que el BCE y el FMI les prestó (a los bancos) garantizando nosotros (los ciudadanos) su devolución con el desmantelamiento del sector público, y la firme promesa, inscrita en la Constitución (para que no haya marcha atrás, ni dudas legales), de atender el pago de las deudas antes que las necesidades de los ciudadanos, o las inversiones necesarias para el país.
Y la próxima huelga no les inquieta excesivamente.

Porque, aparte de con los más despistados, que no se enteran de qué va la cosa y sólo están pendientes de la marcha de la liga, o la clasificación de Fernando Alonso, cuentan con la inestimable ayuda de nosotros, los “enteraos”, que ya estamos de vuelta de todo y no pensamos hacerles el juego a los vagos de los sindicatos, o a los golfos de los políticos.
¡Ahí se jodan!.
¡Nosotros, a lo nuestro!.  
Sin embargo, aunque quizá sea más por prudencia que por miedo, en el último mes y medio vengo notando un cierto relajo en el manejo del látigo.
Los “mercados” parecen haber concedido una dulce tregua a nuestro presidente (su sicario) para que pueda hacernos creer que la “paliza” ha terminado y ahora ya sólo nos queda empezar de nuevo.
Tregua que alcanzó hasta las elecciones gallegas y vascas (con muy buen resultado por cierto) y que previsiblemente alcanzará hasta las catalanas del día 25.
En mi paranoia, intuyo una clara voluntad de congraciarse con el personal y levantarle el ánimo no vaya a ser que la desesperanza le lleve a tomar una decisión equivocada y le dé por hacer huelga el día catorce.
O, aún más grave, pavonearse ante sus amigos de que piensa hacerla.
O, incluso, mucho peor aún, ponerse a explicar la razones de por qué piensa hacerla.
A esa prudencia y ese deseo de que nos tranquilicemos, es al que atribuyo la aparente epidemia de “brotes verdes” que nuestros gobernantes y corifeos mediáticos están anunciando.

Y, a mí, más que pensar que han ingerido alguna sustancia alucinógena, me recuerda más bien a esas palabras dulces y tranquilizadoras de los médicos a los niños en el instante previo a clavarles la aguja en la nalga.
Quizá no teman la huelga.
Pero, por si acaso, prefieren que durante los días previos tengamos la fiesta en paz.
Tiempo habrá para que las “mayorías absolutas” nos pongan en nuestro sitio y el gobierno pueda presentar "el tributo de las 100 doncellas" a sus amos. Los mercados y las empresas privadas.
Por estas razones, porque no quiero contribuir con mi inacción a que todo siga igual (realmente va a peor), es por lo que pierdo mi tiempo y abuso de tu paciencia (si es que has llegado hasta aquí) intentando convencer a "alguien" de que “se puede”.
No es que sea muy edificante el hecho de que en una Europa de 27 países, todos jodidos de un modo u otro (me refiero a los ciudadanos), tan sólo 6 (Malta, Chipre, Portugal, Italia, Grecia y España) hayan convocado la Huelga General.
Y ello por mucho que en Francia, Alemania, Bélgica y otros lugares también se hayan convocado paros y acciones sectoriales.
Es bastante vergonzoso, pero no debemos olvidar que 4 de estos seis países convocantes somos los “cerdos” con cuyas carnes pretenden celebrar una espléndida “matanza” para surtir las despensas de los más poderosos.
En la medida en que pueda, pienso resistirme.
Saludos. Y perdón por la monserga.
(Sobre este tema, ya sólo pienso hacer otra más)

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