9/10/12

Las recetas del FMI, funcionan

Y si no que se lo pregunten a los países de Centroamérica y el Cono Sur, a Tailandia, o a Rusia, por no ir más lejos.

En todos ellos dichas recetas fueron un éxito absoluto y consiguieron sobradamente su objetivo.
Otra cuestión muy distinta es que, muchos de nosotros y de los ciudadanos de esos países, llegáramos a pensar (ingenuamente) que su propósito era facilitar la resolución de los problemas financieros derivados del saqueo de anteriores gobernantes o situaciones calamitosas.
Craso error. 
El FMI es, tal y como le ha definido alguna gente, una especie de “Cobrador del Frac” al que los gobiernos de los países poderosos recurren para partir las piernas o el espinazo de los países deudores sin tener que mancharse las manos de sangre ni agriar la digestión de sus “clases medias biempensantes”.
Y lo hace mediante el sibilino procedimiento de, primero prometer prestar una determinada cantidad de dinero (que por supuesto deberá utilizarse exclusivamente para pagar deudas anteriores) con la condición de recortar los derechos laborales y económicos y privatizar todo aquello que pueda producir algún beneficio para, a continuación una vez que el infeliz país (llamémosle Grecia, por ejemplo) ha firmado y rebajado los sueldos y las pensiones, poner nuevas condiciones antes de desembolsar el resto del préstamo que misteriosamente nunca llegó a hacerse efectivo en su totalidad.
Esa receta ha funcionado siempre, salvo en las escasas ocasiones en que determinados países (Argentina, Bolivia, Ecuador, . . .) rompieron la baraja.
Así que ¡mucho ojito! que si el FMI dice que nos va a ir mal, nos irá mal; porque el FMI rara vez se equivoca y pondrá todos los medios para que nos vaya mal.
A mí, como soy un iluso, me gustaría salir a la calle con muchísimos de mis paisanos para corear el bonito eslogan de los portugueses “Al diablo con la Troika” al que añadiría el de “no debemos, no pagamos”.
Pero hacerlo no como un juego, sino presionando tanto al gobierno que no tuviera más remedio que debatirlo en el Congreso.
Lograrían bloquearlo, seguro.
Pero tendríamos un indicador más para, en su momento, saber hacia quienes orientamos nuestro voto.
Que todo llegará. Y quizá más pronto que tarde.
Saludos.

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