2/7/12

Quien le ha visto y quién le ve, Sr. Cebrián

Hola:
Aún recuerdo cuando este “mozo” de tan sólo 32 años se puso al frente de “El País”, primer diario progresista de los tiempos de la transición, (fundado en 1976, 5 años después que el semanario Cambio16).
Y aún recuerdo la frescura y el aire limpio que ambos dos medios insuflaron en una sociedad harta de mediocridad y ávida de participación y transparencia informativa.
Su entonces director D. Juan Luis Cebrián Echarri, pese a su extremada juventud,  pasó a ser “una persona de respeto”, tanto por su innegable influencia (la de su periódico) como también, por su buen periodismo y su independencia de criterio.
Por aquel entonces el diario el País era “de verdad” un diario independiente quizá porque aún no se había comprometido en exceso con el poder y, sobre todo, porque económicamente no dependía de nadie más que de su “amo” D. Jesús Polanco, cuyas saneadas finanzas personales le permitían mantenerse por encima “del bien y del mal” y de los designios político-económicos.
Posteriormente el diario el País pasó de ser el “diario Independiente" de la mañana, a ser el diario "independiente de la mañana” y así lo hemos visto muchos.
El asunto es que aquel periodista de raza, independiente y aparentemente austero, se transmutó en directivo.

Y con el paso de los años, además de una impresionante agenda de contactos y, supongo, de lealtades mutuas y voluntades cautivas, ha alcanzado  (modestamente eso sí) un lugar en el olimpo de los sueldos obscenos y extravagantes, cuya suma el año pasado alcanzó la nada despreciable cifra de 11,5 millones de Euros, es decir 1.913.439.000 millones de las antiguas pesetas o, visto de otro modo, 5.242.299 pesetas diarias (31.506,85 €/día) los 365 días del año.
Esto, que curiosamente no es delictivo y además goza de un “amigable” tratamiento fiscal, no tendría mayor importancia de no ser porque coincide en el tiempo, y en la empresa, con un par de recientes reducciones de sueldos y una previsible y próxima ristra de despidos (ERE).
Tanto es así que, por lo visto, el pobre hombre tuvo que “bajar” a la redacción para pedir perdón por su sueldo e informar que era la empresa quien le obligaba a cobrar esos dineros.
Y, además, en un gesto de magnanimidad y austeridad que le dignifica y enaltece, anunciar que ha decidido bajarse un 7% el sueldo y un 5% las dietas. Esperemos que no tenga que pasar las “estrecheces” de nuestra presidenta regional.
Evidentemente lo que las empresas privadas hagan con su dinero sólo puede ser corregido mediante las leyes, fundamentalmente las tributarias.
Pero lo que no puede impedirme nadie, es declarar que me parece impresentable y muy triste, ver como personas, que en su momento fueron “alguien” y representaron “mucho” para muchos de nosotros, se convierten en unos lustrosos animales domésticos al servicio de los intereses de quienes están jodiendo el mundo y olviden en qué trinchera pelearon ayer.
Eso es lo que pienso y, sinceramente, no creo que sea por envidia.
Me produce bastante pena.  
Saludos.

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