Tal y como van las cosas parece probable que, más
pronto que tarde, Grecia, cuyas elecciones se celebran mañana, va terminar
saliendo, o siendo expulsada, del Euro.
Si yo fuera griego (que no lo soy) me marcharía
voluntariamente. De hecho me hubiera marchado hace ya más de un año (y pondría en cuestión la legitimidad de la deuda pública).
Mañana, “el Poder” recogerá en Grecia los resultados
del desprestigio institucional con el que los últimos gobernantes (y excluyo
expresamente a Yorgos Papandreu que me parece una persona decente), empezando por
Evángelos Venizelos, siguiendo por Antonis Samaras y terminando por Lucas
Papadimos, han venido enlodazando la política griega.
Desde el 8 de diciembre de 2009 (2 meses después de
llegar al poder la izquierda), las agencias de calificación, la prensa
económica y la señora Mérkel, con la inestimable ayuda del FMI, el BCE, los
burócratas europeos y, en el último año, los propios gobernantes griegos, han venido extorsionando, amargando la existencia y
humillando a sus ciudadanos para garantizar los beneficios de la banca extranjera
(alemana y francesa fundamentalmente) e
intentar apuntalar la insostenible solvencia del sistema financiero
internacional.
Sistema financiero absolutamente parasitario e inútil
que funciona como un globo aerostático, que si se le deja de inyectar aire
caliente (dinero en el caso del sistema financiero) se desinfla y cae por su
propio peso.
Bueno, a lo que iba: se acerca el momento en el que
un país va abandonar el Euro y eso lo podemos contemplar desde dos puntos de
vista distintos.
Para unos será el castigo por no ser lo
suficientemente “serios” administrando el país.
Y estoy completamente de acuerdo en ello. Empezando
por no haber metido en la cárcel (previo juicio, por supuesto) en su día a D.
Mario Draghi (actual presidente del BCE y cerebro del falseamiento de cuentas
previo a la entrada de Grecia en el Euro) y a D. Evángelos Venicelos (ministro de defensa que, de
2009 a 2011, terminó de arruinar el país con unas escandalosas, desorbitadas e
injustificables compras de armamento).
Eso además (aunque no lo principal) del compadreo
administrativo y desmadre fiscal con el que “el pueblo” se desenvolvió
alegremente, saqueando a su propio Estado como si fuera “de otros”.
Para otros, entre los que me incluyo, sin embargo
dicha salida (o expulsión) tendrá otra lectura mucho más esperanzadora y
positiva.
Se romperá por fin el tabú del "TINA" (There is no alternative) con el que
pretenden atemorizarnos y callarnos.
La salida de Grecia (y su supervivencia, porque el
país no desaparecerá) abrirá un horizonte, posiblemente aceptable aunque no sea
apetecible, para países como Portugal, quizá Irlanda y, también, España.
Supongo que la Sra. Mérkel, junto con los burócratas
europeos y el resto de trujimanes del FMI el BCE, Standard&Poor’s,
Oscar&Mayer y su pastelera madre, no
serán tan mostrencos como para darse un tiro en un pié y se acobardarán ante la perspectiva de liquidar la vaca
que tan ricamente ordeñan.
Y dejarán de matarla de hambre.
Y dejarán de matarla de hambre.
Esa es mi opinión sobre lo que ocurrirá.
Y mi esperanza es que, con la ayuda de San Francoise
Hollande, la junta de Andalucía y la bulla del pueblo griego, una vez los
ciudadanos recobremos el sentido común y la vaca sus fuerzas, le tiremos alguna
cornada al “Sistema”.
Como dije anteriormente: a mí ya no me basta con que "mi
marido ya no me pegue”
Yo quiero el divorcio.
Y que todos gocemos de buena salud para verlo.
Saludos.
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