5/5/12

El 'milagro' de la energía nuclear (Japón desconectó ayer su último reactor)

Desde hace ya muchos años estoy convencido de que la energía nuclear, además de haber resultado un fiasco industrial (para la humanidad) y una estafa económica (para la ciudadanía), tenía menos porvenir que un espía sordo.
Su desarrollo y mantenimiento sólo ha sido posible por una conjunción de intereses militares y económicos totalmente ajenos a cualquier criterio de fiabilidad o rentabilidad que no fuera la de los sectores que han sacado (y sacan) “tajada” de semejante tinglado.
Ni han sido nunca rentables, ni medioambientalmente sostenibles (30.000 años de radioactividad latente), ni -por lo que llevamos visto- especialmente seguras. (Three Mille Island, Chernobil, Fukushima, . . )

Pese a todo, el potente brazo mediático de dicha “industria” seguía empeñado en hacernos creer que ese era el futuro de la producción energética.
Ayer, discretamente, sin demasiadas alharacas, no vaya a ser que nos pongamos a hablar de ello y saquemos nuestras propias conclusiones, Japón, el país probablemente más dependiente energéticamente del mundo, y el que más energía de origen nuclear consumía (el mayor productor es Francia, pero la exporta) ha desconectado el último de sus 54 reactores nucleares.
Y, probablemente, mañana Japón seguirá existiendo y sus problemas, aparte de un puntual agobio energético, serán la caída de las exportaciones, el envejecimiento de la población y, ahora, el coste de sosegar, desmantelar, neutralizar, descontaminar y vigilar los emplazamientos de esos 54 disparates tecnológicos que durante 40 años han enriquecido a una serie de compañías privadas que dudo mucho que hayan contemplado en sus balances dichos costes para los próximos 30.000 años.  

¿Quién pagará, pues?
Y siguen queriéndonos hacer creer que son rentables.
Desde luego para los bancos, las constructoras, los dueños de las patentes, las empresas operadoras y los periodistas y expertos “a pesebre” lo son.  
Para los ciudadanos y el planeta, me parece que no.
Reflexionemos, hermanos.    
Amén

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