Parece que el gobierno griego (presidido por el director general para Grecia
de Goldman Sachs, Sr. Papademos), ya ha cedido y aceptado cumplir lo que le manden
sus “amos” (los mercados).
Pero, como todavía restan algunos jirones de los antiguos resabios democráticos, no queda más
remedio de pedir al parlamento la ratificación del acuerdo. Y sus señorías no
ven con demasiado buenos ojos escenificar una nueva “bajada de pantalones” en
vísperas electorales.
Ojalá ese mezquino cálculo sirva para, por una vez, romper la baraja y
poder llegar a la conclusión de que, aunque digan NO, no pasará nada.
Ni les quitarán del mapa de Europa, ni, probablemente, les echarán del
Euro.
En primer lugar porque legalmente parece que no se puede (aunque para
hacer trampas con las leyes nos pintamos solos) y en segundo lugar, y esto es
lo importante, porque a los grandes no les conviene.
A estas alturas hasta los más tontos del lugar sabemos que lo que se está
“rescatando” a costa de la dignidad, la salud, la esperanza y el futuro de los
ciudadanos, es exclusivamente el “BENEFICIO” (inmoral) del sistema financiero y
su propia supervivencia.
Lo sabemos todos, también los griegos. Lo mismo que los banqueros y sus
capataces (nuestros gobernantes).
Y también saben estos últimos que quienes verdaderamente están en apuros
son los bancos que afirman poseer unas astronómicas cifras de dinero que realmente
no existen y además no son suyas, sino nuestros ahorros estúpidamente confiados
a los fondos de inversión, los planes de pensiones, o las participaciones preferentes
(entre otras fantasías financieras)
Y saben, también, que tienen la mandíbula de cristal; porque, si Grecia impaga,
las compañías de seguros que aseguran dicho impago no tienen dinero suficiente
para hacer frente a sus responsabilidades, como ya ocurrió en 2008 con las
famosas “monolines”
Y, entonces, todo el tenderete, se va al garete.
Estas son las razones por las que (ingenuo de mí) espero y deseo que el Parlamento
Griego diga NO a los nuevos recortes y, a continuación, no pase nada.
Y así empecemos todos a entender que el problema no lo tienen los
gobiernos, que, si quisieran (y no estuvieran de por medio esos animales de
bellota que son algunos de nuestros gobernantes), podrían imprimir dinero, o
recaudar impuestos (incluso a los bancos), o hacer ambas cosas a la vez, sino “ellos”:
Un sistema financiero, parasitario, inmoral e insolvente que pretende
garantizar los “papelitos” en que convirtieron nuestros ahorros con la Deuda Pública
que nosotros pagaremos de por vida.
Antes de que quiebren nuestros países parecería razonable dejar quebrar a
los bancos.
Al fin y al cabo es probable que ya hayamos perdido todos (o una buena parte) nuestros dineros, pero es que, si seguimos así, además de eso, les estamos
garantizando seguir viviendo a nuestra costa los próximos treinta años.
Y todo debiera tener un límite.
Saludos.
1 comentario:
Sólo puedo definir esta entrada como
¡EXKI!
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