13/9/14

La diada catalana, una lección de ciudadanía



A estas alturas, quienes me conocen saben de sobra mi escaso apego por los nacionalismos, a los que, salvo en circunstancias y lugares muy puntuales, considero -al igual que a la religión- un “opio del pueblo” (en este caso, más bien de la “tribu”).
Una vez aclarado este punto, no me duelen prendas al reconocer que, hace un par de días, una vez más, nuestros paisanos catalanes nos han vuelto a dar una lección de ciudadanía.

Es decir:


De respeto democrático.

De implicación activa en sus propios asuntos,

De tolerancia.

De lucidez.

Y de solidaridad ante el enemigo común. (La prepotencia y la irracionalidad).
Es muy posible que ni siguiera entre los cientos de miles de personas que se echaron organizada y civilizadamente a la calle hubiera mayoría de independentistas.
Pero todos ellos debían tener muy claro que una cosa es la independencia que, al igual que con los colores, depende del gusto de cada cual y otra muy distinta el derecho a expresarse libremente y ser escuchado.

Para mí ha supuesto una sorpresa (y una satisfacción) comprobar cómo las instituciones catalanas, incluido su impresentable presidente de la Generalitat, han sabido, en mitad de la pocilga de corrupción recién destapada, separar ese asunto (que terminará teniendo graves consecuencias para muchos) de la apuesta por su "consulta" que, aunque empezó siendo un empeño exclusivo de ERC, las marrullerías de CIU y la imbecilidad del gobierno nacional, han terminado convirtiendo en un deseo de casi todos los catalanes.

Me queda la duda de si el mayor mérito corresponde a los independentistas, al Sr Mas (Que no lo es), o al Sr. Rajoy.
Pero tengo muy claro que debo felicitar al pueblo catalán porque, una vez más, han dado la talla.
Como contrapunto encabecé este texto con la referencia a una burda manipulación informativa de un cagatintas llamado Romualdo Mestre que, en “ABC”, tuvo la desfachatez de publicar una fotografía descaradamente retocada.
Con amigos como ese sujeto, el nacionalismo español no necesita demasiados enemigos.  
Saludos.    

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