Me
alegraría que, a la vista del curso de los acontecimientos, alguno de los “equidistantes
políticos” que (según ellos) no se casan ni con su madre y que, a los ingenuos como el que
suscribe, nos explicaron que la mejor manera de evitar despilfarros y gestionar
eficientemente los grandes proyectos de infraestructuras era ponerlos en manos
de la iniciativa privada y que fuera ésta quien “a su riesgo y ventura” se ocupara
de todo el proceso, tuviera el detalle de explicarme qué es lo que “ha salido
mal” en este asunto de las autovías de peaje.
Porque
lo que parece cantado es que nosotros (los contribuyentes) vamos a tener que
pagar otra nueva (y elevada) factura.
En
esta ocasión la correspondiente a la última orgía de las empresas constructoras
que, además de su demostrada habilidad para sacar oro “del ladrillo”, están a
punto de obtenerlo (también) a partir del asfalto.
Mucho
me temo que serán escasos los que reconozcan su error y entonen el “mea culpa”
y por eso, para general conocimiento, considero recomendable ir leyendo las informaciones
que se vayan publicando al respecto.
Al
fin y al cabo se trata de una nueva estafa (y enorme) legal que está a punto de
perpetrarse y cuyas víctimas (como con los bancos) seremos los ciudadanos.
Por si alguien a estas alturas, aún no termina
de enterarse, ofrezco este escueto resumen que describe desde, su génesis
hasta su (próximo) desenlace, los ingredientes de este magnífico (para unos
pocos) "negocio", cuyas pérdidas pagaremos entre todos.
Receta para enriquecerse a costa del
contribuyente y conseguir que, además, te contraten para seguir dirigiendo el
falso negocio. (Sólo para constructores con “mano izquierda”).
1º Acuerdo "discreto" para declarar de
interés público la obra (autovía) y previsión (discreta también) del
"trazado" y el "concesionario" (constructor-empresa-banco).
2ª compra del suelo muy barato a sus
propietarios "de toda la vida" (que ignoran el asunto).
3º Declaración de Utilidad pública del proyecto y
adjudicación de las "obras" (por un precio elevado y sin concurso
público, ya que se trata de inversores privados)
4º Inicio de las expropiaciones y sublevación de
un ejército de abogados de los (nuevos) propietarios que consiguen elevar
astronómicamente los precios.
5º Una vez construido el "invento",
como con el sobrecoste de la construcción y las expropiaciones (amén del escaso
tráfico) no se sostiene, se amenaza al Estado con la quiebra y con la mala
imagen del país si ésta se produce.
Y colorín colorado, . . : el gobierno paga las
expropiaciones (astronómicas), el precio de la construcción (astronómico, también),
los intereses bancarios (junto con sus seguros, comisiones y refinanciaciones),
asume los créditos pendientes y, con un poco de suerte, les pagará el
"lucro cesante" y les contratará el mantenimiento del servicio con
nuestro dinero.
Todo perfectamente calculado.
O sea que de negocio fracasado, nada de nada.
Y creo que no me equivoco.
Saludos.
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