3/9/12

Desconectando las máquinas de niebla XI (Una reflexión oportuna)


Oportuna, y necesaria.
Un servidor, que sin duda es un poco “retorcido” y de “cáscara amarga” a la hora de apreciar las excelencias del denominado (no se sabe muy bien por qué) “libre mercado”, siente un cierto ardor de estómago cada vez que personas aparentemente sensatas pontifican sobre la eficacia de la gestión privada frente a la gestión pública.
Y es que observo casi a diario cómo, al igual que en otros muchos temas, los mismos que han montado el desfalco y desbarajuste actual, nos han metido en la cabeza el estribillo de que lo público es un desastre y lo privado es eficiente.
Y andamos por ahí repitiendo el mantra como papagayos para intentar justificar nuestra perplejidad cuando vemos que el tinglado se nos viene encima.
Y lo hacemos, sospecho, con la pretensión de pasar por imparciales y objetivos en lugar de ciscarnos directamente en la santa madre de todos los robaperas y falsos liberales que propugnan la demolición del Estado y la entrega de su patrimonio y medios productivos a la eficiente iniciativa privada, en la que el Estado les garantiza el cobro y ellos mismos (libres de la Ley de Contratos del Estado) se ocupan de "gestionar eficientemente”.
Ejemplos sobran y ahí están la sanidad catalana y la valenciana.
Pero otro, muy reciente y cercano a nosotros, son las carreteras radiales de pago de Doña Esperanza Aguirre, que no iban a costar un duro al contribuyente y ya han recibido un par de “manguerazos” de dinero público “porque las cuentas no les cuadran y no podemos permitir que quiebren”.
Ocurre como con las nucleares; el negocio consistió en la construcción, la financiación y las comisiones pagadas a políticos y supervisores corruptos.
El mantenimiento de los residuos (o las carreteras) en los próximos años tendrá que pagarlos el contribuyente porque “las empresas no están para perder dinero”.
Y se quedan tan anchos.
Y nosotros, tan imbéciles, coreando las aleluyas de la eficacia de la iniciativa privada.
Sobre ese asunto escribe hoy Vicenç Navarro en El Plural estableciendo algunas distinciones obvias y argumentando, a mi juicio muy convincentemente, para desmontar ese mito absurdo que, tras años de repetirnoslo nos han tatuado en la mollera y algunos vamos recitando estúpidamente.
No me extiendo más.
Quien guste, que lo lea y juzgue por sí mismo.
Saludos.

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