Y
lo digo, tanto porque lo tenemos a la vuelta de la esquina (el próximo martes)
como, sobre todo, porque, pese a su práctica desaparición de las portadas de
los periódicos y los telediarios, sigue estando "ahí".
Quizá
menos mediático, pero probablemente más sólido y maduro.
No
era posible, ni a mi juicio deseable, pretender quedarse en la Puerta del Sol
sin lavarse ni peinase hasta que los “políticos” y el “sistema” presentaran su
dimisión irrevocable y entregaran el poder “al pueblo”.
Con
la retirada de la plaza se apagó “el neón”.
Pero
la fábrica de debates se trasladó a los barrios, a las asambleas de los parques,
a las discusiones de café y a las comidas familiares.
Los
más apocados y conformistas pudimos sentirnos “alguien” y perder el miedo a
hablar en público y a opinar sabiendo que nadie se reiría de nosotros y que,
salvo excepciones, todos compartíamos el mismo nivel de abulia e incultura
política y el mismo deseo de salir de ellas.
El
paso de los días, y la necesidad de seguir viviendo aunque todavía no hayan
dimitido los Políticos ni el Sistema, ha ido acomodando la implicación de cada
cual a su disponibilidad de tiempo, o de ganas.
Pero
tengo la sensación de que la mayoría de nosotros, los que acudimos a la
manifestación del 15 de mayo, los que en la noche del 22 de mayo nos acercamos
a la Puerta del Sol a realizar nuestra particular y colectiva Jornada de
Reflexión, y descubrimos que en la plaza el calendario se había trastocado y no
sabíamos muy bien si estábamos en 1968 o en 1975, seguimos deseando que “esto”
cambie.
Es
más, presumo que la mayoría de nosotros estamos decididos a colaborar en dicho
cambio.
Y
aunque la pereza nos puede,
aunque
dudamos de poder conseguirlo, fundamentalmente porque dudamos de nuestro propio
compromiso,
aunque
no tenemos costumbre de apostar si no es “sobre seguro”,
estamos
decididos, por una vez y sin que sirva de precedente, a no “estar de vuelta”
sin siquiera haber intentado ir.
Y
en esta ocasión, muchos de nosotros, en lugar de corear como papagayos los
gritos “de ritual” (esto no servirá de
nada, yo no pienso perder mi tiempo, todos son iguales, a mí ya no me engañan,
. . .) vamos a tener “las agallas” de estarnos callados y no burlarnos de
quienes, ingenuos de ellos, pretenden hacer algo.
Es
más algunos, con discreción y sin que se nos note, nos vamos a acercar a la
Puerta del Sol a hacer bulto y a ver qué pasa.
Incluso,
con la excusa del bacalao en casa Labra y el “hace mucho que no nos vemos”
estamos decididos a quedar con los viejos amigos por la zona.
No
porque nosotros seamos tan ingenuos de pensar que esto pueda servir para “algo”, sino sólo
por vernos.
Al
menos esto es lo que yo pienso hacer.
Pero
por favor no se lo digáis a nadie, a ver si me van a tomar por un iluso.
A
mis años.
Saludos.
Para
los zascandiles pongo a disposición tres o cuatro carteles de las convocatorias
de los próximos días.
Justo
es reconocer que los perroflautas no han conseguido cambiar la Ley Electoral, ni la abolición de la Propiedad
Privada, pero han mejorado notablemente en el apartado de diseño gráfico.
¡Enhorabuena!
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