Admito
que, quizá, a base de contemplar “milagros”, me esté volviendo un tanto
paranoico.
Pero,
no sé muy bien por qué, tengo la sensación de que personajes como D. Mario
Conde Conde (Ex-presidente de Banesto), D.
Luis Roldán Ibáñez (Ex-Director General de la Guardia Civil), D. Francisco Paesa
(supuesto agente del Cesid, supuestamente fallecido, supuestamente incinerado y
palmariamente vivo y en la actualidad residente en París). D. Emilio Botín Sanz
de Sautuola y García de los Ríos (actual presidente del banco Santander), D.
Francisco Correa Sánchez (alias “Don Vito”), D. Álvaro Pérez (El bigotes) y,
ahora mismo, por lo que intuyo, D. José Ignacio Goirigolzarri Tellaeche
(jubilado del banco BBVA y previsible presidente de los escombros de lo que fue
CajaMadrid) tienen en común la destreza de descuartizar los cadáveres de los “sucesos”
en que se ven involucrados de modo que, una vez desaparecido o irreconocible,
el cuerpo del delito, los “forenses”, auditores, jueces y demás representantes
del Orden y la Ley no puedan ni “reconstruir los hechos”, ni reponer la legalidad,
ni mucho menos, recuperar “los dineros”.
Viene
esto a cuento a raíz de leer hace un rato algo que se titula “El
plan de Goiri para Bankia: venta de participadas y de la red de oficinas” (El
Confidencial, 9-V-2012)
A
mí se me antoja que, al igual que sucedió con los dineros “distraídos” por unos
y los edificios ilegalmente construidos por otro, a base de saltar de paraíso en
paraíso, de sociedad en sociedad, de testaferro en testaferro y de propietario
en nuevo propietario (banco Santander actualmente ya no es más que “inquilino”
de la Ciudad Financiera que construyó y cuya legalidad, por lo que tengo
entendido, aún depende de la decisión de los tribunales) los restos mortales de lo que en su día fueron CajaMadrid (y otras seis cajas de ahorros más), resultarán finalmente ilocalizables.
O,
si se localizan, como es el caso de los terrenos de la Ciudad Financiera del
Santander que, pese a su demostrado “poder”, D. Emilio Botín no ha podido
llevarse a las islas Caimán, resultarán
intocables ya que su nuevo propietario será un “tercero, adquirente de buena fe”.
Pues
eso: Que mucho me temo que, aunque con un poco más de legalidad, pero con no menos desvergüenza, el
“jubilado de oro” destripará todo lo aprovechable del cadáver de Bankia y
lo venderá “en filetes” a otros bancos e inversores que los adquirirán “de
buena fe” (y a bajo precio) de modo que si, por algún descuido, los jueces
dictaminaran que hubo responsabilidades y las operaciones deben revertirse, la
sentencia sea “inejecutable” como en el caso de los PAU’s cuya tramitación
resultó irregular pero no pueden demolerse, ni devolver los terrenos a su
primitivo estado porque afectaría a miles de familias.
Aunque
los beneficios generados en la “operación” tengo la sensación de que están en
manos de bastantes menos familias.
Al
Estado (los contribuyentes) le dejarán el “mondongo” para que lo lleve al Instituto
Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de las Rozas y, tras analizar los restos, les dé cristiana
sepultura. Pagando por supuesto los gastos del Informe y el “sepelio”
Lo
dicho, me estoy volviendo paranoico
Si
alguno se ha leído este exordio, por favor que, por su salud mental, lo olvide
inmediatamente.
Es
que no sé qué me ocurre, pero a veces, “oigo voces”
No
se preocupen, se me pasará
Saludos.
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