Y digo compatriotas porque, con independencia del
idioma que hablemos, o el país donde hayamos nacido, todos –vosotros y
nosotros- pertenecemos a una única patria común: La de las personas que vivimos
de nuestro trabajo, pagamos nuestros impuestos y procuramos no hacer más
difícil la vida de los demás, ni vivir o medrar a costa de su esfuerzo, o sus
derechos.
Escribo esta carta con un sentimiento similar al del
náufrago que mete su mensaje en una botella y lo arroja al mar.
Por un lado tengo la casi certeza de que no llegará
a su destino que sois vosotros, los ciudadanos griegos.
Nos separan, la distancia, el idioma y hasta el
alfabeto y sería un milagro que alguien se tomara la molestia de traducirla y
hacerla llegar hasta la otra orilla del “mare nostrum”.
Pero, a la vez, albergo la secreta esperanza de que
alguien, aquí o allá, la leerá y, quizá, si comparte su contenido, la narrará,
o la trasladará a otra persona y, de algún modo, aunque nunca llegue a vuestras
costas, nos servirá a muchos de recordatorio de nuestros deberes de buena
vecindad y de la necesidad de implicarnos en la vida civil para intentar
impedir las injusticias que hoy , sin quererlo nosotros, os están infligiendo.
Quiero simplemente haceros llegar el testimonio de
mi solidaridad, mi respeto y mi deseo de que salgáis con la cabeza alta y lo
más enteros posible, de la agresión a la que, en nuestro nombre, pero a
nuestras espaldas, os veis sometidos en estos tres últimos años.
Quiero dejar expresa constancia de mi repulsa por el
criminal comportamiento de un sistema financiero que, con la connivencia
irresponsable de unos gobernantes y burócratas desleales a los principios y
valores morales que justifican su existencia y designación, han retorcido la
interpretación de las normas y leyes para ponerlas al servicio de usureros y siniestros
mercaderes y en contra de la ciudadanía a quien dicen representar.
Quiero deciros, que no estáis solos, que nos indignan
las indignidades a las que os someten y que deseamos que podáis ganar esta
batalla moral, porque es también la nuestra.
Que no tengáis miedo, que el crescendo de amenazas
con el que os bombardean es fruto del miedo que tienen a vuestra determinación
por decidir en libertad.
Que os están amenazando con lo que no pueden haceros,
porque os necesitan (os necesitamos) tanto como vosotros a nosotros.
Que, a estas alturas y después de haber saqueado
vuestro país y vuestras vidas, poco más os vamos a poder quitar y es mucho más
lo que podemos perder.
Y, sobre todo, que seáis libres para decidir vuestro
propio camino.
Camino que yo deseo que sea de nuestra mano y en nuestra compañía si así lo
queréis.
O por vuestra cuenta, pero con todo nuestro respeto
y nuestra mano tendida, si el precio que os ponemos es vuestra dignidad como
país, como ciudadanos y como personas.
Que el próximo día 17 votéis con la frente alta, y
sabiendo que muchos, muchos, compatriotas vuestros, de toda la ciudadanía
europea, estaremos pendientes de vuestro triunfo que será lo que sea que hayáis
decidido, si habéis votado sin miedo y sin coacciones.
Nuestro futuro (y el vuestro) es, seguramente, Europa.
Pero la Europa de los ciudadanos, no la de los
“mercachifles” y los usureros.
Y digo “mercachifles” para no ensuciar la palabra
mercader que es una profesión tan honrada como cualquier otra.
Con
el testimonio de mi consideración y mi respeto.
Pedro
González Gamella
Ciudadano
español
De
interés:
1 comentario:
Muy relacionado con esto
http://blogs.elpais.com/cafe-steiner/2012/05/los-griegos-se-lo-han-buscado.html
desde donde rescato esto "Cuidado con culpabilizar a los pueblos. No lo hicimos con los alemanes después de la Segunda Guerra Mundial, cuando llegamos a la conclusión de que habían sido engañados por unos líderes demagogos que supieron explotar su sentido del orden y el miedo a las crisis. No vayamos a culpabilizar ahora al pueblo griego por tener un estado incompleto, un sistema de partidos oligárquico y una sociedad civil débil. Ellos son las víctimas de ese sistema, no sus beneficiarios."
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