19/5/12

Carta a nuestros compatriotas griegos (c.c. resto europeos)

Estimados compatriotas griegos.
Y digo compatriotas porque, con independencia del idioma que hablemos, o el país donde hayamos nacido, todos –vosotros y nosotros- pertenecemos a una única patria común: La de las personas que vivimos de nuestro trabajo, pagamos nuestros impuestos y procuramos no hacer más difícil la vida de los demás, ni vivir o medrar a costa de su esfuerzo, o sus derechos.
Escribo esta carta con un sentimiento similar al del náufrago que mete su mensaje en una botella y lo arroja al mar.
Por un lado tengo la casi certeza de que no llegará a su destino que sois vosotros, los ciudadanos griegos.
Nos separan, la distancia, el idioma y hasta el alfabeto y sería un milagro que alguien se tomara la molestia de traducirla y hacerla llegar hasta la otra orilla del “mare nostrum”.

Pero, a la vez, albergo la secreta esperanza de que alguien, aquí o allá, la leerá y, quizá, si comparte su contenido, la narrará, o la trasladará a otra persona y, de algún modo, aunque nunca llegue a vuestras costas, nos servirá a muchos de recordatorio de nuestros deberes de buena vecindad y de la necesidad de implicarnos en la vida civil para intentar impedir las injusticias que hoy , sin quererlo nosotros, os están infligiendo.
Quiero simplemente haceros llegar el testimonio de mi solidaridad, mi respeto y mi deseo de que salgáis con la cabeza alta y lo más enteros posible, de la agresión a la que, en nuestro nombre, pero a nuestras espaldas, os veis sometidos en estos tres últimos años.
Quiero dejar expresa constancia de mi repulsa por el criminal comportamiento de un sistema financiero que, con la connivencia irresponsable de unos gobernantes y burócratas desleales a los principios y valores morales que justifican su existencia y designación, han retorcido la interpretación de las normas y leyes para ponerlas al servicio de usureros y siniestros mercaderes y en contra de la ciudadanía a quien dicen representar.
Quiero deciros, que no estáis solos, que nos indignan las indignidades a las que os someten y que deseamos que podáis ganar esta batalla moral, porque es también la nuestra.
Que no tengáis miedo, que el crescendo de amenazas con el que os bombardean es fruto del miedo que tienen a vuestra determinación por decidir en libertad.
Que os están amenazando con lo que no pueden haceros, porque os necesitan (os necesitamos) tanto como vosotros a nosotros.
Que, a estas alturas y después de haber saqueado vuestro país y vuestras vidas, poco más os vamos a poder quitar y es mucho más lo que podemos perder.
Y, sobre todo, que seáis libres para decidir vuestro propio camino.
Camino que yo deseo que sea de  nuestra mano y en nuestra compañía si así lo queréis.
O por vuestra cuenta, pero con todo nuestro respeto y nuestra mano tendida, si el precio que os ponemos es vuestra dignidad como país, como ciudadanos y como personas.
Que el próximo día 17 votéis con la frente alta, y sabiendo que muchos, muchos, compatriotas vuestros, de toda la ciudadanía europea, estaremos pendientes de vuestro triunfo que será lo que sea que hayáis decidido, si habéis votado sin miedo y sin coacciones.
Nuestro futuro (y el vuestro) es, seguramente, Europa.
Pero la Europa de los ciudadanos, no la de los “mercachifles” y los usureros.
Y digo “mercachifles” para no ensuciar la palabra mercader que es una profesión tan honrada como cualquier otra.
Con el testimonio de mi consideración y mi respeto.
Pedro González Gamella
Ciudadano español

De interés:

1 comentario:

dan san dijo...

Muy relacionado con esto
http://blogs.elpais.com/cafe-steiner/2012/05/los-griegos-se-lo-han-buscado.html

desde donde rescato esto "Cuidado con culpabilizar a los pueblos. No lo hicimos con los alemanes después de la Segunda Guerra Mundial, cuando llegamos a la conclusión de que habían sido engañados por unos líderes demagogos que supieron explotar su sentido del orden y el miedo a las crisis. No vayamos a culpabilizar ahora al pueblo griego por tener un estado incompleto, un sistema de partidos oligárquico y una sociedad civil débil. Ellos son las víctimas de ese sistema, no sus beneficiarios."