16/10/11

Matar de hambre a “la Bestia”

Desde los años de Reagan y quizá antes aún se acuñó la expresión “Matar de hambre a la bestia” para sintetizar la idea de que, como resultaba impresentable (entonces) suprimir por decreto los derechos sociales, (sanidad, educación, pensiones, . . .) la mejor táctica para llegar a ello era reducir los ingresos del Estado (la Bestia) de modo que no pudiera afrontar su mantenimiento.
Esta filosofía, que, en contra de lo que yo pensaba no corresponde a ninguna frase pronunciada por nadie, se ha terminado convirtiendo en un eslogan starve the beast” y es el faro que guía las naves del neoliberalismo hacia el puerto del “todo es mío” y usted tendrá que “comprarlo” quiera o no, porque la salud, la educación, el agua, e incluso el aire que respira, sólo los merece aquel que pueda pagárselos.
Bueno, pues visto el excelente resultado que les está dando esta estrategia, propongo que humildemente reconozcamos su sabiduría y la pongamos en práctica también nosotros.
Supongamos que “la Bestia” no es el Estado que hasta hoy, mejor o peor, nos viene garantizando, salud, educación, protección contra el desempleo, pensiones de jubilación y algún que otro derecho más.
Supongamos (yo estoy plenamente convencido) que “la Bestia” son “los mercados” que se dedican a comprar y vender dinero (nuestro propio dinero) sin producir otra cosa que sobresaltos, desequilibrios y aumentos de precio de todo lo que realmente necesitamos. Y, peor aún, utilizando dicho poder para vaciarnos los bolsillos de los dineros, los menguados bolsillos de los “derechos” y los, en estos momentos, exhaustos bolsillos de “las ilusiones y la esperanza”.
Si no podemos "matarla", al manos dejemos de "alimentarla"
Poder, se puede y hay muchas maneras de hacerlo.
Hoy voy a exponer dos que me parecen muy sencillas, que no nos costarán dinero y que están al alcance de casi todos nosotros.
Transcribo la “proclama” que excreté hace unos cuantos meses con motivo de la acampada de la Puerta del Sol con la intención de convertirla en una “octavilla” cosa que por unas cosas u otras finalmente aún no he hecho.

Quizá valga la pena empezar por cosas así.
Por lo menos dejamos de echar gasolina a la hoguera que nos abrasa.
Y no nos engañemos, una buena parte de nuestros ahorros ya no existe, por eso es por lo que hay que rescatar y rescatar el sistema financiero aportándole fondos públicos (nuestros, de todos), para que no se descubra la “estafa” y se derrumbe el sistema.
El problema es que para que “ellos” puedan salvar la cara, mientras siguen robando a manos llenas, tenemos que volver a darles previamente todo el dinero que previamente volatilizaron y que ahora duerme en las cuentas cifradas de los paraísos fiscales y los patrimonios de los infinitamente ricos, los de toda la vida y algunos patanes y mafiosos subidos recientemente “al carro”.
Sinceramente, pienso que no podemos mantener “su tren de vida” y "rapiña".
Saludos.    

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