3/12/09

Pionero Martín

Hacía mucho mucho tiempo que no veía en la prensa española un artículo deportivo digno de ser leído. Este es sencillo pero habla de deporte, algo difícil de encontrar hoy en día.

Escrito por Gonzalo Cabeza para Público recordando a una de nuestros deportistas mas ilustres. A mi me pilló pequeñajo pero ¿quien no recuerda esa mítica semifinal contra Yugoslavia?

Tiempo después, llegaron los demás. Cuando la NBA ya podía comprender que no había que nacer en Estados Unidos para tener talento ante una canasta. Cuando Europa empezó a formar a sus jugadores igual o mejor de lo que lo hacían las universidades americanas, granero histórico del baloncesto mundial. Entonces el Viejo Continente empezó a tener que trasnochar para ver a sus jugadores.


Los que llegaron antes de esa revolución fueron locos maravillosos, gente con el suficiente orgullo para pensar que cualquier reto podía ser afrontado. Sin miedos, sin ambages, con toda la valentía que requería el movimiento, se hicieron camino hasta América. Fernando Martín fue uno de ellos. El español audaz.


El madrileño pasó los primeros años ochenta intentando quitar a Audie Norris de debajo de los tableros de la liga española. Sus duelos, feroces, aún permanecen en el ambiente cuando el Madrid y el Barça se enfrentan en el parquet. Martín aprovechaba su excelente físico para la época. Hoy en día, su 2.05 sería escaso; en aquel tiempo eso y su competitividad lo convertían en un muro. Ganó cuatro ligas y dos copas con el Madrid y se convirtió en una de las referencias de la selección. En el Europeo de Nantes en 1983 sobresalió y se colgó la plata, un gran éxito que, en el tiempo, ha quedado difuminado por lo que pasó un año más tarde. Llevó al equipo a Los Ángeles y se empeñó en dar la campanada. En las semifinales la rabia de los españoles pudo con Yugoslavia, la plata supo a oro, los Estados Unidos, aun formados por jugadores universitarios, eran intocables. No se puede esperar menos de un equipo con Jordan, por mucho que este fuese aún un pipiolo.


Un año después de aquello las franquicias de la NBA se fijaron en él. Aquel pívot tenía un hueco, pensaron los New Jersey Nets al elegirlo en la segunda ronda del draft del 85 (posición trigésimoquinta). Intentaron que aterrizara en la liga ese mismo año y llegó a entrenar un verano con ellos, pero Martín declinó la oferta: quería jugar el Mundial del 86 y estando en Estados Unidos eso no era posible. Su llegada se hizo esperar, pero llegó. En octubre de 1986 apareció en Portland para ser un pionero, el primer español en la NBA.


No tuvo mucha suerte. En aquellos días los pocos europeos que se atrevían a dar el paso estaban condenados a la profundidad del banquillo. Fernando Martín sólo disputó 146 minutos en la plantilla de Oregón. Su paso hubiese sido irrelevante de no ser porque era el primero. El hito ya estaba marcado. Al siguiente año, harto de agitar la toalla, volvió a Madrid. Los blancos le pagaron 100 millones de pesetas, toda una fortuna en aquellos días.


En ese nuevo Real Madrid, Martín coincidió con Petrovic, la gran estrella europea que posteriormente fue uno de los primeros en hacer que el sueño americano también se viese sobre el parquet y no sólo en los banquillos. Los dos estaban llamados a marcar una época, pero el Barcelona se mostró superior y tuvieron que conformarse con la Recopa del 89, aquella en la que el croata anotó 62 puntos en la final del recordado 14 de marzo.


Meses después, un accidente de tráfico mataba a Fernando Martín. Al entierro del pívot acudieron todos los estamentos del baloncesto español, incluido Norris, el eterno enemigo. Empezaba la leyenda, el camino a la NBA estaba un poco más diáfano.

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