22/10/09

¿Qué está pasando en las Tablas de Daimiel?

Con una superficie de 1.928 hectáreas, el Parque Natural acogía una gran riqueza faunística, lo que le llevó en 1982 a ser declarado zona Ramsar para la protección de los humedales y, posteriormente, Zona de Especial Protección para las aves por la Unión Europea. Aunque el deterioro en Daimiel es evidente -sólo 10 de sus 1.900 hectáreas tienen agua- un equipo de la Comisión Europea visitará la zona antes de diciembre para valorar los daños y buscar soluciones aunque muy posiblemente estamos hablando de la pérdida de uno de los ecosistemas mas peculiar, hermoso y valioso de toda la península.
A día de hoy el Ministerio de Medio Ambiente reconoce la existencia de una degradación del entorno debido a una sobreexplotación de los recursos hídricos (de hecho, se transformaron cien mil hectáreas de secano en regadío en las últimas décadas), lo que fue provocando un desembalse importante del acuífero que se tradujo en un descenso progresivo del nivel freático lo que provocó que la turba comenzara a secarse hace más de 5 años, encogiéndose y agrietando el terreno, entrando así el oxigeno por las grietas y oxidando la turba. Esta oxidación provoca una reacción química que produce elevadas temperaturas y finalmente la turba acaba auto combustionándose. El incendio subterráneo se detecto en agosto y actualmente la situación es muy grave.

El suceso ha llevado a las autoridades a transportar dos grandes tuberías que inunden el suelo del parque, pero parecen más que insuficientes, también se aplasta la turba con grandes palas para cerrar las grietas y evitar así que siga oxidándose. Existen evidencias de que el equilibrio ecológico de la zona se ha roto lo que ha obligado a las diferentes Administraciones a poner en marcha medidas para evitar esta degradación. De hecho, en los años 1997 y 2009 el Gobierno se vió obligado a autorizar un trasvase ante la amenaza de que las Tablas se secaran completamente. A medio plazo, el Ejecutivo confía en rellenar las Tablas a través del trasvase del Tajo Medio hacia el Segura. Daimiel está a mitad de camino y fácilmente podría dejar allí 40 hectómetros cúbicos al año. Los ecologistas se oponen a este sistema para mantener con vida el humedal y exigen que se reduzca el regadío:
Sabíamos que iba a ocurrir. Los incendios que ahora se han hecho tan famosos empezaron hace 20 años. Lo que ha ocurrido ahora en las Tablas es lo que tenía que pasar. Era previsible y ahora que lleva unos cuantos años sin agua le ha tocado. Pero ojalá se hubiera quemado las Tablas y no todo lo demás.
Todos los ojos están puestos en las Tablas de Daimiel, un espacio de 2.000 hectáreas, y parque nacional por circunstancias históricas, pero esto en realidad constituye solamente una pieza, una parte pequeña de un todo mucho más importante, que es lo que la UNESCO en 1980 vino a llamar Reserva de la Biosfera: el conjunto de los humedales de la Mancha. Estos humedales cubrían una superficie de 25.000-30.000 hectáreas. Las Tablas de Damiel es sólo un punto, es anecdótico. Lo importante es el conjunto de los humedales de la Mancha y como nadie se ha preocupado su situación es muchísimo peor. ¿Qué ha pasado con todo esto que no es parque? Pues que se ha perdido irreversiblemente.
Los sucesivos gobiernos de Castilla-La Mancha han apostado por una política de regadíos, a sabiendas, y esto es lo más grave, de lo que iba a pasar. Aquí ahora no vale alarmarse por esta muerte, pues llevamos asistiendo a la agonía desde hace 30 años.
Todo eso era maravilloso. Un montón de humedales, de lagunas fluviales, de lagunas freáticas, de lagunas tectónicas como las de Ruidera, de lagunas endorreicas, muchas hipersalinas... Era un patrimonio de un valor incalculable que hemos dilapidado por unos estúpidos cultivos de maíz.

En la web oficial del parque hay un link a un reportaje de informe semanal del pasado agosto que explica lo que está pasando en las carnes de quienes lo padecen a diario y aporta muchos mas datos que yo.
Lo peor de todo es que en agosto todavía se veía con esperanza, ahora ya sabemos que muy posiblemente hemos llegado a un punto de no retorno. ¡Gentuza!

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