6/2/13

D. Antonio Muñoz Molina se pega un tiro en el pie


O, al menos a mí, así me lo parece.
Resulta sorprendente la frecuencia con la que personas inteligentes, competentes en  su oficio, honestas y razonablemente “bien situadas” y consideradas, malbaratan su “primogenitura” (moral y profesional) por un plato de lentejas que, en la mayoría de los casos, ni siquiera nutre sus cuentas corrientes, sino simplemente su vanidad y deseo de “publico reconocimiento”.
Y, dicho sea con todos mis respetos, este parece ser el caso del escritor D. Antonio Muñoz Molina, autor de obras tales como Beltenebros (1989) y La Noche de los tiempos (2009) por sólo citar un par de buenas novelas de entre su notable bibliografía.
Resulta que dicho señor ha resultado “agraciado” con el premio “Jerusalén de literatura 2013” y, en contra del deseo y el consejo de algunas personas de notable solvencia moral y profesional, ha decidido “aceptarlo” e ir personalmente a “recogerlo”.
Un servidor (aunque no es ni moral, ni profesionalmente “solvente”) ni siente envidia, ni tendría nada que objetar si pensara que se trata de un “premio literario”.
Pero lo que acurre es que, al igual que otras personas presumiblemente más documentadas, pienso que el supuesto “premio” no es sino la “retribución” correspondiente a prestar su imagen para un acto de propaganda política del desacreditado gobierno israelí y sus más reaccionarios y agresivos matones que necesitan de este tipo de publicidad para disimular la sangre palestina que mancha sus manos.
No es Muñoz Molina ni el primero, ni el único, que cae en este tipo de tentaciones.
Ahí tenemos a Mario Vargas Llosa, Umberto Eco, Carlos Fuentes y algunos más (por ceñirnos sólo al ámbito de la literatura) personas todas ellas de valía profesional más que acreditada y que, por razones que se me escapan, pegan este tipo de “espantadas” (en direcciones varias) que, ni necesitan para sobrevivir, ni les aportan ningún prestigio.
Por otra parte tampoco parece que se trate en absoluto de una cuestión de cálculo económico como podría tal vez achacárseles, por ejemplo, a D. Juan Luis Cebrián o D. Joaquín Almunia que, con el paso del tiempo han devenido (en mi personal opinión) en “lustrosos” y “bien alimentados” animales domésticos del “sistema”
Por este motivo quiero unir mi opinión a la de quienes le  piden que no haga el juego a semejantes criminales y se centre en sus clases en una universidad norteamericana, su sillón “u” de la real Academia y, sobre todo, en la literatura que es la razón por la que algunos le apreciamos.
Si no renuncia, posiblemente no voy a dejar de leerle, pero muy probablemente perderá gran parte de mi estima “como persona”.    
Y, en mi opinión, se habrá pegado un tiro en su propio pie. Y, quizá, también en el de su, popular y conocida, compañera de fatigas
 
Saludos.

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