31/8/12

“Manca finezza”


Y sobra incultura.
Y también sobran, pereza, prepotencia, soberbia y cainismo.
No sé si por este orden o en orden inverso, tanto da.
Asistimos indolentes al saqueo de nuestros bolsillos, de nuestros derechos, de nuestras ilusiones, de nuestros afectos, de nuestro futuro. De nuestras vidas, en suma.
Y, entretanto, somos incapaces de hacer otra cosa que lamentarnos y despotricar contra las instituciones y las personas que podrían defendernos y oponerse a dicho expolio.
Y ello sin pararnos a pensar que, aunque dichas personas e instituciones lo estén haciendo rematadamente mal (o, simplemente, no lo estén haciendo, o incluso estén haciendo lo contrario de lo que debieran), no son las causantes directas de dicho atropello.
Peor aún; en nuestro estúpido comportamiento cargamos sobre quienes creemos que “no nos defienden” olvidándonos de enfrentarnos a quienes “nos atacan”.
Por expresarlo de un modo gráfico diríase que habiendo llegado a la conclusión de que nuestras murallas (las instituciones, las leyes, los partidos y los sindicatos) y los defensores en ellas encaramados (los políticos, los sindicalistas y los intelectuales) no son capaces de frenar la embestida, lo mejor es derribarlos y liquidarlos.
Pero no se nos ocurre salir a campo abierto a parar los pies (con la modificación de nuestros hábitos diarios) a quienes se están adueñando de nuestras vidas y haciendas mientras nos azuzan a desprestigiar y arremeter contra quienes, hoy por hoy, conservan las únicas armas que podemos oponerles.
Más o menos sobre esa cuestión versa el artículo de Luis García Montero que yo encabezo con un “manca finezza” y Luis García Montero titula “Asco de intelectuales”.   
Él se refiere fundamentalmente a “los intelectuales”.
Un servidor, menos selectivo y más prosaico, lo hace extensible a todo el entramado político-sindical que, aunque efectivamente es en estos momentos un verdadero “merdel”, debiera convertirse en nuestra “herramienta” a poco que seamos capaces de irlo desinsectando de oportunistas, parásitos, corruptos, pusilánimes, bobos y tontos útiles.
Despiojemos la trinchera ideológica, pero no la desmontemos.
Al menos hasta que no hayamos construido otra donde guarecernos mientras nos organizamos.  
Ese es mi afán, más que embarcarme en fantasiosas “tomas de la bastilla” que, a mi juicio, tan sólo servirán para propinarle una patada al sistema en nuestro propio culo.  
No es labor de un día.
Pero no debiéramos perder ni un día.
“Ora et labora”
Saludos.

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