16/3/11

Para que sepamos de qué hablamos


Resulta inevitable, por muy sereno y objetivo que uno pretenda ser (o aparentar ser), enredarse estos días en discusiones sobre la gravedad (levedad según algunos, ¡manda narices!) del desastre nuclear que está ocurriendo en Japón.
Y, como suele pasarnos a los “latinos”, no reparamos en gastos a la hora de la vehemencia, la arrogancia y la intransigencia para no apearnos un ápice de nuestros propios prejuicios (sean estos a favor o en contra).
Y, lo que es más grave, el denominador común que sustenta las antedichas “virtudes” es, en la mayoría de los casos (desde luego, también, en el mío), la Ignorancia más supina sobre el tema en cuestión.
Leemos tres titulares y dos correos que nos manda un amiguete que tiene un cuñado, que es primo del farmacéutico donde compra antiácidos el chófer de un ingeniero de “Unión Penosa” y, con ese bagaje y dos gráficos bajados de “Internet” ya estamos en condiciones de hacer una valoración completa (y exacta) de la situación.
Un servidor no va a ser menos que todos ustedes, así que aquí mismo aporto mi granito de arena a esta ceremonia de la confusión a la espera de poder soltar, más adelante, alguna barbaridad de mayor calibre.
En todo caso, hoy, por respeto a todas las personas que en Japón están francamente jodidas, me voy a limitar a propalar una información que me parece (espero no equivocarme) medianamente fiable y que no apuesta ni a favor ni en contra (obviamente quienes me conocen saben de sobra que estoy en contra), de una u otra “postura”.

Se trata de un cuadro publicado hoy en el diario digital “publico.es” que, también,  transcribo como imagen y que, a mi juicio, tiene la virtud de facilitarnos una escala de medida de la importancia de las emisiones y la radiactividad que está saliendo por los boquetes de la central que en estos momentos está, digamos, “averiada”.

 Los distintos niveles de exposición radiactiva (gráfico)  
Me tomo esta “molestia” porque uno de los recursos que suelen utilizar los “sacerdotes” de cualquier religión, es hablarnos en un idioma ininteligible para que "los feligreses" no podamos sumar “dos más dos” sin su “interpretación” de la doctrina.
La fuente (REUTERS) y el periódico (The Guardian), me parecen lo suficientemente serios como para pensar que la información es razonablemente fiable.
Y, ¡ojo al parche! cuando leamos las medidas que facilita la prensa. 
Porque, desde ayer, la magnitud de las emisiones han pasado de facilitarlas en microsieverts a, en vista del brutal aumento de la cifra, facilitarla en  milisieverts (1 milisievert = 1.000 microsievert).
Vamos, como si ante el fallo de nuestra dieta de adelgazamiento, pasáramos a expresar el aumento de peso de Kilos a Toneladas.
Y finalmente, puesto que no es cosa de acercarse a decírselo personalmente, ni llamar a la embajada de Japón para esta encomienda, quiero dejar constancia expresa de mi admiración y respeto por una ciudadanía que, incluso en estas circunstancias, está demostrando un grado de solidaridad y civismo que ya quisiéramos para nosotros mismos.
Hoy, . . . solo decirles que “lo siento” y que espero que su “desgracia” nos sirva a muchos para recapacitar sobre a donde nos lleva la bestia del “progreso” sobre la que tan alegremente galopamos todos.
Y, por supuesto, que espero que mi gobierno arrime el hombro tanto cuanto sea menester. Si es que en algo podemos ayudar.
 La escala está en milisieverts
      

1 comentario:

dan san dijo...

Buen detalle lo de las unidades