Cuentan
que el escritor (e Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos) D. Juan Benet
Goitia, refiriéndose a su amigo, el también escritor D. Rafael Sánchez Ferlosio,
dijo que le consideraba la persona que atesoraba el mayor número de
conocimientos profundos y perfectamente inútiles (a efectos prácticos) de todas
las que conocía.
Dicho
elogio, porque de un elogio se trataba, me produjo, en su momento y también
ahora, bastante envidia tanto por su afirmación, como por venir de alguien que
no era especialmente proclive a repartir halagos.
Viene
esto a cuento de que, tras haber fabricado hace unas horas un texto con el
título de “Saber, para poder opinar”, me
dispongo a fabricar otro que, pensándolo bien, pretende lo mismo.
Quizá
la única diferencia es que, en tanto que el anterior tocaba un tema “candente”
en el que nos jugamos la igualdad social y la pacífica convivencia, este otro se refiere a un asunto algo más gaseoso “La prescripción” (penal y
administrativa)
En
todo caso, como la motivación que los provoca es la misma, inauguro en este
mismo momento una nueva “serie” con dicho título y pongo a disposición de los
más diletantes y desocupados este artículo del “Teniente Kaffee” (El Teniente Kaffee es un profesional de la Justicia que
trabaja para el Estado, y un personaje de Ficción) que puede ayudarnos a deshacer
algunos tópicos e interpretar algunas de las aparentes incongruencias que
detectamos en la aplicación de las leyes.
Para
picar más la (escasa) curiosidad que dicho asunto pueda suscitar, añado que, su
lectura (no es, ni muy extenso, ni muy abstruso), aparte se suscitarme sentimientos
“encontrados”, me ha dado la satisfacción de saber que muchos de los golfos que
en este momento se las prometen tan felices quizá deberían andar algo más
preocupados.
Saludos.
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