Escucho
ruido de "protagonismos" dentro de Izquierda Unida y no me sorprendo en absoluto,
ya que -demasiadas veces- esa ha sido la noticia que los medios de comunicación
han amplificado a costa de diluir la información sobre las propuestas y los
programas de esa formación.
La
diferencia en esta ocasión (y en los últimos tiempos) es que ese “ruido” pese a
los valedores mediáticos y el notable número de simpatizantes a quienes les
gustaría que se oyera más alto, se está limitando a ser una especie de “música
de fondo”. Algo que existe, que puedes apreciar si te esfuerzas en oírlo, pero
que no impide escuchar la "melodía".
Este
preámbulo viene a cuento de unas recientes declaraciones de D. Cayo Lara en las
que se posiciona a favor de que “todas” las decisiones las tomemos “entre todos”,
en lugar de fabricar un ídolo (político) y ponernos bajo su protección
(política).
Esta
opinión choca con la manera de entender la política (y también con sus
intereses personales) de determinadas figuras de esa especie de arca de Noé progresista
que es el barco de Izquierda Unida, hoy ya convertido en la flotilla de la
Izquierda Plural, una vez que algunos de sus tripulantes echaron al agua el “chinchorro”
para navegar a su aire pero sin perder las ventajas del barco grande que es el
que dispone de despensa, alojamiento, combustible y refugio en caso de
tormenta.
Bueno:
Pues aunque personalmente ni me va ni me viene esa controversia dado que carezco
de voz y voto en ese convento, me permito, desde la perspectiva que me da el
mirar desde fuera, posicionarme a favor de la opinión de D. Cayo Lara en la
inconveniencia de andar haciendo un casting para designar al “protagonista” de
una película que se costea con el trabajo de la gente de “a pié”, que está aún
buscando sumar voluntades y que, por tanto, aún no ha escrito el texto
definitivo del “guión” (Programa político) aunque el “argumento” esté
suficientemente claro.
Tengo
un gran respeto (y aprecio) por la persona del juez (para mí, moralmente, lo
sigue siendo, e incluso me gustaría que volviera a serlo legalmente) D. Baltasar
Garzón Real, pero pienso que no es cosa de que, a estas alturas y medio “en
cueros”, que es como realmente está la Izquierda de este país, nos estemos
planteando colocarnos el sombrero sin habernos siquiera puesto los zapatos.
Supongo
que esta opinión no la compartirán las muchas personas que sistemáticamente se
lamentan de la escasa cancha que el PCE e Izquierda Unida les dan a sus figuras
más mediáticas. Ayer, Sartorius, López Garrido, Rosa Aguilar, Inés Sabanés, . .
. y, hoy, ese entrañable zascandil y persona a todas luces honesta y valiosa que
es Gaspar, Llamazares.
Pero creo
que uno de los motivos por los que hemos llegado a esta “anemia social” que hoy
preside el panorama político español ha sido precisamente el protagonismo
asumido por los aparatos de los partidos políticos y nuestra propia estupidez en
consentirlo por pereza política y mental.
Y
aunque siempre vendrá bien poner al frente a alguien que “sepa explicarse” y “salga
bien en las fotos”, la regeneración de la vida política y la democracia pasa
necesariamente por la implicación de todos nosotros.
Y,
por tanto, porque las decisiones (buenas o malas) las tomemos entre todos.
Ingenuamente
creíamos que “estábamos de vuelta” y la triste realidad es que la mayoría aún
no había emprendido el camino. Y una mayoría de esa mayoría ni siquiera sabía
(ni sabe aún) distinguir el camino hasta “la casa de la abuelita” (demócrata, solidaria y librepensadora)
del atajo que lleva directamente a las fauces del "lobo" (neoliberal)
Parafraseando
a los evangelios (que tienen frases aplicables a casi todo) podríamos decir
aquello de “la mies es mucha y los segadores pocos” (Lucas 10.2) si nos
referimos a la cantidad de cuestiones en las que -quienes nos pretendemos “de izquierdas”-
tenemos que ponernos de acuerdo y la
escasa cultura de trabajo cooperativo que tenemos en este país de “hidalgos”
que, pese a estar políticamente “ayunos”, nos espolvoreamos migajas (pseudoideológicas)
en la pechera antes de salir a la calle.
Tenemos
a la vista las Europeas (319 días faltan), tenemos por delante un otoño en que
más nos vale movilizarnos antes de que terminen de demoler el edificio (viejo y
costroso, pero “rehabilitable” si se le aplica una cirugía severa) y, además, pudiera
ocurrir que en mitad de esta tóxica atmósfera social (española, europea y
mundial), saltara alguna chispa y se declarara un incendio.
En
cualquiera de esas circunstancias será mucho más determinante el entrenamiento de
“la tropa” que el diseño del uniforme de los “generales”
Y
si alguien leyó hasta aquí, que me lo haga saber y gustosamente le invitaré a
un (merecido) café.
Saludos.
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