8/2/13

La trastienda del “negocio” de la información


Antaño, un señor (o varios) aportando su imaginación y su esfuerzo y, habitualmente, con el dinero de otros, se embarcaba en una “actividad” que, siendo de utilidad social y viniendo a satisfacer alguna necesidad -material, o inmaterial-, terminaba convirtiendo aquel impulso inicial en una “empresa”.
Empresa cuyos fundamentos eran el de satisfacer una necesidad, depender del esfuerzo y el conocimiento de sus trabajadores (desde el director hasta el mozo de taller) y, también, como consecuencia de lo anterior “ganar dinero”.
Esos señores eran “empresarios” y, a mi modo de ver y sin meterme en demasiados matices, gente -en general- respetable, aunque con una cierta tendencia a la insolidaridad y al clasismo.
Hoy, una empresa de esas características (algunas quedan) es una antigualla destinada a la extinción.
El orden de los fundamentos se ha invertido:

Lo primero: Es “ganar dinero”

Lo segundo: Es que no se trata tanto de satisfacer una necesidad como de “vender” (lo que sea), aunque para ello haya que crear previamente una necesidad inexistente.
Y lo tercero: Es que el éxito y la supervivencia del “negocio” (ya no estamos hablando de “empresa”) apenas dependerá de la valía o el trabajo aportados o invertidos sino, fundamentalmente, de la capacidad de engatusar, comprar o corromper a quienes, desde el poder tienen en sus manos lo que ayer Ignacio Escolar denominó muy  acertadamente el periódico más influyente del mundo, es decir El Boletín Oficial del Estado (o de donde sea).
Ahí dejo dos enlaces sobre lo que he llamado “la trastienda” del negocio de la Información, una vez que parece confirmarse que volvemos, sin pudor, a los tiempos de la “censura previa”
A continuación me pregunto si D. Miguel Ángel Aguilar, de cuya lucidez no tengo duda alguna, es víctima, o colaborador vergonzante, de semejantes comportamientos.
Porque supongo que, a estas alturas de su vida, no necesitará el sueldo “para comer”.
Por estas y otras razones he decidido (hace ya algún tiempo) dejar de comprar cotidianamente el diario El País y, desaparecido “Público” de los quioscos, invierto mi tiempo y mis escasos Euros en apoyar a alguno de los alternativos de papel tipo “La Marea” o Mongolia y a los digitales de pago voluntario (al que gustosamente contribuyo).

Y, también, aunque sólo sea por “tocar las narices” (además de que el asunto me interesa) me pienso sentar el próximo domingo por la noche frente al televisor para ver el “Salvados” de la Sexta, dedicado a la privatización de la Sanidad Pública.
Saludos.

1 comentario:

dan san dijo...

Ya hemos hablado por aqui de esta inversión de los fundamentos.

Si tras formarte (o tener hablidad natural), tras crear y aportar.
Despues de eso hay gente que va a darte dinero por tu obra y este dinero es superior al invertido inicialmente, es ese momento el idóneo para montar una empresa.

Pero los hay que empiezan la casa por el tejado.

Simil:
- quiero ser deportista.
- ok, muy bien, ¿atleta, futbolista, nadador?
- ¿perdón? deportista del deporte que es sano y es limpio.
- ya, ya ya el deporte está muy bien pero ¿q te gusta y sabes hacer? ¿deportes con balón, de equipo?
- no entiendo, quiero ser deportista.

pues eso.