Buenos días.
No quisiera que lo que digo suene como un elogio de
la mediocridad, entendida ésta en su sentido peyorativo (Incapacidad de usar la
imaginación, sometimiento a la rutina, esclerosis mental).
Pretendo más bien resaltar aquello que, por su pura
normalidad, nos pasa desapercibido.
En 2006 un charnego se convirtió sin mayores
alharacas en el Molt Honorable President de la Generalitat de Catalunya. Y no
pasó nada.
Y en 2009 un tal Patxi López (Francisco Javier López
Álvarez) ocupó el sillón de Ajuria Enea, que parecía coto exclusivo del
nacionalismo vasco (de derechas).
Y tampoco ha pasado nada.
De hecho, esa es la gran noticia: Un militante de un
partido no nacionalista gobernando el territorio más nacionalista de la vieja “piel
de toro” (y sin que pase “nada”).
Su mérito, para mí, consiste en haber gobernado,
dentro de sus limitaciones, con la vista más puesta en los ciudadanos que en
las conveniencias políticas.
En haber gestionado, con relativa eficacia y sin
algarabías, los escasos ámbitos de decisión que unos y otros no le han vetado.
En plantar cara, desde el sentido común y una cierta
visión social de la economía, a los atropellos decretados por el gobierno
central.
En haber evitado el frentismo, tanto dentro su territorio
como de puertas afuera.
En no haber dado lugar (que se sepa) a ninguna
tropelía ni corrupción reseñable en su entorno próximo.
En haber hecho, razonablemente, lo que podía y debía
hacer (administrar, en nombre de todos, y para todos).
Nada especial, en suma.
Y sin embargo tan insólito en un entorno trufado de
mangoneo, oportunismo, corrupción, extravagancias e irresponsables cainismos.
Finalmente, una vez comprobada la imposibilidad de
abordar ninguna nueva propuesta debido a las prioridades político-electorales tanto del PP como del
PNV, ha cerrado etapa.
Y lo ha hecho tanto para ahorrarse el martirio, como
para que sean los propios vascos quienes decidan quién será el próximo director
de orquesta que les hará bailar con la más fea.
Cuánto mejor nos iría con personajes tan anodinos
como el Sr. López en lugar de extravagantes (y golfos) como el Sr. Camps (por
poner sólo un ejemplo).
Gracias, Sr. López.
No es que ese sea el límite de mi ambición. Pero al
menos no va en la dirección contraria.
Y, en cualquier caso, sigo queriendo el divorcio (del
actual sistema) y seguiré apostando por ello.
Saludos.
2 comentarios:
Creo yo que en este aspecto Basagoiti y el PP, también han estado a la altura.
Al César lo que es del César.
Tambien el Sr. Basagoiti ha estado a la altura.
Aunque creo que en menor medida (espantada a medio camino sólo para no tener que criticar a su jefe)
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