El que esta información de El Confidencial tenga bastante más que ver con
la noche de cuchillos largos que se está fraguando en el Partido Popular
madrileño que con la preocupación de la derecha por la sanidad pública, y que
su autor (exdirector de ABC) profese una profunda devoción “mariana” (y un
notorio desapego a Dª Esperanza y herederos), no obsta para reconocer que el
análisis es bastante riguroso y amplía al campo de visión a algunos otros
hechos que, sin tener que ver con la sanidad madrileña, tendrán repercusión
sobre la sanidad madrileña.
Y,
añado:
El hecho de que D. José Antonio. Zarzalejos sea un señor “de derechas” no
impide que sea un buen y honesto periodista, además de un analista bastante
solvente.
De
hecho su independencia (dentro del campo de la derecha) le costó el puesto de
director de ABC
Saludos.
Como, por lo
potencialmente corrosivo del contenido, pudiera ocurrir que la página “desapareciera”
me he tomado la precaución de copiar el texto y lo dejo aquí a continuación:
______________________________________
Victoria
de la marea blanca
El fracaso del Madrid olímpico no le concierne como a la
alcaldesa Ana Botella, pero los votos de la capital en las municipales
de mayo de 2015 son vitales para que Ignacio González pueda repetir como
presidente de la Comunidad. Necesita bazas y tenía dos entre manos. La
primera, sin duda, que prosperase la inversión de Adelson y Eurovegas
pasase de las palabras a los hechos. De momento, el Gobierno no parece estar
por la labor de derogar singularmente la ley del tabaco para permitir
que en espacios de juego se pueda fumar. Tanto González como Aguirre
-que a veces le ayuda y a veces le hace literalmente la puñeta- están
reclamando a Rajoy que mueva ficha antes de que el financiero americano
tome las de Villadiego, lo que según JP Morgan estaría a punto de hacer. La
financiación del proyecto, además, sigue en el aire.
La segunda baza en manos de González era culminar con
éxito la “externalización” de la gestión de una buena parte del sistema
sanitario madrileño. No lo ha conseguido, al menos, por un largo tiempo. La
marea blanca, ese gran colectivo de personal sanitario, ha ganado su
primera batalla allí donde casi nadie pensaba que iba a hacerlo: en los
tribunales, en los que se sustancian hasta catorce procedimientos contra la
Comunidad.
El pasado día 11 de septiembre, el
Tribunal Superior de Justicia de Madrid dictaba un auto en el que suspendía
cautelarmente –y hasta que se dicte sentencia sobre el fondo del
asunto—la licitación de centros y hospitales para su gestión privada. Lo hacía,
además, sin admitir la petición de la Comunidad que reclamaba, en caso de
paralización, una fianza de más de 65 millones de euros a los
recurrentes. La Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid
lograba así demorar sine die la privatización de buena parte de la
sanidad madrileña.
La 'marea blanca', ese gran colectivo de personal
sanitario, ha ganado su primera batalla allí donde casi nadie pensaba que iba a
hacerlo: en los tribunales, en los que se sustancian hasta catorce
procedimientos contra la Comunidad La dimensión del “proceso privatizador”
(sic) parece haber sensibilizado al Tribunal que detalla cómo abarca a seis
hospitales de la red pública de Madrid que cuenta con 1.149 camas, a cuatro
centros de especialidades y a otros cuatro de salud mental. La medida
afectaría a 92 municipios y a dos distritos de la capital y engloba la
prestación sanitaria que corresponde a 1.151.588 ciudadanos y a un conjunto
de más de 5.000 profesionales (sanitarios o no) que prestan servicios en
los hospitales y centros que serían objeto de gestión externalizada.
El Tribunal es muy claro porque considera que “la
modificación del sistema de gestión de la atención sanitaria especializada de
seis hospitales es de unas dimensiones tan extraordinarias (…) que
harían muy difícil, si no imposible, en caso de que no se accediera a la medida
de suspensión cautelar y se estimara el recurso, volver a la situación
anterior, por lo que la no adopción de la medida solicitada (la suspensión)
haría que el recurso pudiera perder su finalidad legítima, creándose
situaciones jurídicas irreversibles haciendo ineficaz la sentencia que se
dicte…” Y por si fuera poco, la resolución llega a apreciar “apariencia de
buen derecho” en la impugnación de AFEM contra la licitación de la gestión
de este sector de la sanidad madrileña.
El revolcón para los liberales madrileños que se
aposentan en el Gobierno autonómico es de campeonato. Pero se lo han ganado a
pulso. Introdujeron la posibilidad de gestión privada sanitaria de manera
prepotente en una ley de acompañamiento a los Presupuestos (recurrida en parte
ante Constitucional) sin permitir un debate en profundidad que hubiese
favorecido sus pretensiones. Luego se enfrentaron a la marea blanca con
una escasa capacidad de interlocución y menos aún de persuasión y,
por fin, renunciaron a convencer mediante una comunicación pedagógica,
tanto a medios de comunicación como a la opinión pública a su través.
Determinadas declaraciones de empresas potencialmente
licitadoras y algunos ejemplos de externalización fracasados o muy deficientes,
han terminado por rematar la intolerancia social hacia este tipo de políticas
de gestión. A muchos -incluidos conservadores- no les gusta que la
Administración Pública deje
en manos privadas, con ánimo de lucro, por razonable que sea, determinados
servicios públicos vinculados históricamente con el Estado de bienestar:
la educación, el sistema de salud y las prestaciones sociales. Aunque en Madrid
funcionan en régimen de gestión externalizada centros modélicos (Fundación
Jiménez Díaz, por ejemplo), este tipo de procesos no puede hacerse a ritmo
de zapadores sin dar tiempo a que permeen las razones que aconsejan este tipo
gestión externa de servicios esenciales.
Por otra parte, determinadas declaraciones de empresas
potencialmente licitadoras y algunos ejemplos de externalización fracasados
o muy deficientes, han terminado por rematar la intolerancia social hacia este
tipo de políticas de gestión. Además, estas decisiones se deben implementar
poco a poco, progresivamente. Por el contrario, el Gobierno de Madrid ha
querido ejecutarlo a las bravas nada menos que con seis hospitales y
ocho centros de salud. Demasiado.
Aunque González intente -y no lo logrará- que Madrid sea
mejor considerada por Montoro en la financiación autonómica; aunque
trate de reducir la fiscalidad directa en el margen, pequeño pero
existente, que la ley le permite pese a las ironías del ministro de Hacienda,
lo cierto es que, sin el control del partido (que domina Aguirre) y sin la
comprensión del Ejecutivo para facilitar Eurovegas, no tiene -o tiene muy
poco- que ofrecer. O
sea, que Madrid -capital y comunidad- está en el alero electoral, como Valencia.
Y sin banquillo, porque Lucía Figar ha jugado sus bazas con la marea
verde y con las Universidades con una incomprensión, con una dureza y una
falta de habilidad, impensables en una política tan inteligente como parecía la
consejera de Educación.
La falta de sintonía entre la Comunidad y el Gobierno, la
bicefalia González-Aguirre, el pésimo momento por el que atraviesa la alcaldesa
y la falta de liderazgo en la dirección del PP (que
ahora parece querer retomar Rajoy) fragiliza el bastión madrileño para
los 'populares' en beneficio de una conjunción PSOE-IU que podría ser
una fórmula extensible a otras comunidades autónomas en las que el PP ha
perdido fuelle de manera notoria.
Por eso, la victoria judicial de la marea blanca de
Madrid sobre el Gobierno de la comunidad es un clarinazo de atención a
Rajoy y al partido. Su hemorragia electoral no vendrá ni sólo ni principalmente
de las europeas de 2014, sino de la disminución radical de su poder
local-autonómico logrado tan exitosamente el 22 de mayo de 2011. Cuánto se
puede ganar en poco tiempo y perder en menos aún. En el tiempo, justamente, que
tarda en subir o bajar una marea. Como ocurre en Madrid, que está en pleamar.
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