O,
dicho de otro modo “tiene un mal perder”.
Al
final va a resultar que esa caradura (de consistencia similar al “cemento armado”),
ese aplomo y ese desprecio, con los que
nuestro impresentable consejero despachaba cada noticia o información “poco
elogiosas” con su plan de “Sostenibilidad”, eran una mera “pose” representada
desde la tranquilidad que dan: la mayoría absoluta de su partido, el apoyo de
una clase empresarial (por llamarla de algún modo) depredadora y la claqué de
unos periodistas y medios de comunicación (también, por llamarlos de algún
modo), o ideológicamente afines, o acorralados por las deudas y, por tanto,
chantajeables desde “el poder”.
Ha
bastado con que un juez “de a pie” se niegue a reírle las gracias y decida
pedir un “tiempo muerto” antes de que la “broma” (de la privatización) se
convierta en irreversible, para que, el hasta ayer prepotente y despectivo Sr.
Fernández-Lasquetty, sufra un ataque de pánico y se lance a dar coces (dialécticas)
contra dicho juez.
Coincido
con el Sr. Fernández-Lasquetty en que el magistrado D. Carlos Gómez Iglesias
podría haberse ahorrado (por su propio bien) el tono empleado para realizar algunas
consideraciones en relación con el sindiós que supone la privatización y lo
gaseosos que resultan los argumentos que pretenden justificarla.
Y
que debiera ceñirse a un lenguaje más técnico, aséptico y “leguleyo” para venir
a decir lo mismo (pero sin que lo entendamos los simples mortales).
Porque
lo cierto es que, en opinión de dos letrados amigos a los que he sometido a “un
careo” al respecto, las consideraciones expuestas por el Sr. magistrado, pese a
ser razonables y pertinentes, tienen un ligero aroma a “pescozón”, propinado en el cogote de la
Consejería de Sanidad. Es decir; en el del Sr. Fernández-Lasquetty (y allegados).
Y,
eso duele.
Y
además, en mi opinión, los jueces deben ser muy cuidadosos, y meter en la
cárcel o sentar la mano a quienes incumplen las leyes (letra, o espíritu) “sin
acritú” y con cara de esfinge.
El
hecho es que, por mucho que el Sr. Fernández-Lasquetty pretenda enfangar el
tablero judicial invocando los espectros, hoy del Sr. D. Tomás Gómez y mañana
tal vez del fugitivo Luis Roldán, los argumentos parecen claros y algunos
esperamos que finalmente así los confirme en su día el TSJM, que es quien, creo,
tendrá la última palabra.
Porque
no lo olvidemos: el juez, hasta ahora, lo único que ha dicho es que no se siga
adelante hasta no tenerlo del todo claro.
El
problema para el Sr. Fernández-Lasquetty es que, en contra de lo que afirma, el
proceso aún es reversible y, si los dioses nos son propicios, podría quedarse “con
el ¡viva! en la garganta”,
Que
así sea.
Y,
entretanto, le recomiendo infusiones de valeriana para calmar los nervios.
Porque,
la verdad es que con la cara desencajada pierde mucho “encanto”
Saludos
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