Esta
misma mañana he tenido ocasión de acudir a la presentación de un librito
titulado ¡Votad la desglobalización!, escrito por Mr. Arnaud Montebourg, que
es un militante del Partido Socialista Francés que, con su discurso algo más
radical e imaginativo que el de algunos otros candidatos a las primarias del
PSF, consiguió, contra todo pronóstico, un 17% de los votos quedando en tercer
lugar por detrás de Mr. Francois Hollande y Mlle. Martine Aubry y por delante
de quien era su jefa de filas Mlle. Segolene Royal.
Ha sido un acto casi íntimo, demasiado íntimo
quizá, pero un tanto gozoso. Al menos para el que esto suscribe.
El gozo era el de escuchar de boca de alguien,
que previsiblemente mandará algo en Francia a partir del 6 de mayo, las
opiniones que muchos venimos sustentando desde hace ya bastante tiempo en lo
tocante a la necesidad de apearnos de la mula coja del pretendido “progreso”
que nos vienen vendiendo los voceros a sueldo del libre mercado.
En mi ingenuidad y mi simpleza tengo el
convencimiento de hacer, casi a diario, descubrimientos e invenciones sobre
multitud de aspectos que, sin duda alguna, redundarán en beneficio de todo el
género humano.
Así, en los últimos tiempos he inventado “la
rueda”, “la Tasa Tobin”, “la Sostenibilidad”;
he descubierto “el parasitismo del mundo financiero” y creo que, también, “la sopa de ajo”.
he descubierto “el parasitismo del mundo financiero” y creo que, también, “la sopa de ajo”.
El único inconveniente es que una serie de
desalmados me han copiado estas ideas varios años antes (lo de la rueda creo
que hace miles de años).
No obstante, eso no me desanima y con toda humildad
me impongo las respectivas medallas.
Por eso hoy he disfrutado al escuchar que un
personaje, intelectualmente algo más sólido que yo, se dedicaba a pregonar mis
propias convicciones e incluso ha escrito un librito resumiéndolas.
Bromas aparte, a quien tenga por cierto que, en
la actualidad, Europa va por muy mal
camino, le recomiendo que lo lea (son apenas 80 páginas de letra gorda), porque,
por primera vez alguien, con posibilidad real de “tocar” el mango de la sartén (francesa),
se permite explicitar media docena de ideas que, no por obvias, dejan de ser,
en las miserables circunstancias actuales, casi “revolucionarias”. Dicho sea
con perdón de las revoluciones que suelen ser algo más radicales.
En línea con, Alberto Garzón (tan niño), Juan
López Torres, Martín Seco, Vicenç
Navarro Ignacio Ramonet (tan veteranos) y, a partir de hoy, Arnaud Montebourg
(bastante jovencito), me declaro “proteccionista” de nuestros derechos y
nuestros sistemas públicos, porque como dice el Sr. Montebourg, la
globalización solo está sirviendo para liquidar nuestro relativo, pero
eficiente, estado de bienestar sin mejorar el de los países pobres”, sino
simplemente engordando los bolsillos de los dueños de las grandes empresas.
Nuestro proteccionismo, si sirve para expulsar
del mercado los productos fabricados a costa del trabajo infantil, la
explotación de la mano de obra, o la depredación del planeta, en lugar de “nacionalismo”,
será “internacionalismo”.
Dicho queda.
Saludos.
Pedro González
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