Resulta inevitable, por muy
sereno y objetivo que uno pretenda ser (o aparentar ser), enredarse estos días
en discusiones sobre la gravedad (levedad según algunos, ¡manda narices!) del
desastre nuclear que está ocurriendo en Japón.
Y, como suele pasarnos a los
“latinos”, no reparamos en gastos a la hora de la vehemencia, la arrogancia y
la intransigencia para no apearnos un ápice de nuestros propios prejuicios (sean
estos a favor o en contra).
Y, lo que es más grave, el
denominador común que sustenta las antedichas “virtudes” es, en la mayoría de
los casos (desde luego, también, en el mío), la Ignorancia más supina sobre el
tema en cuestión.
Leemos tres titulares y dos
correos que nos manda un amiguete que tiene un cuñado, que es primo del farmacéutico
donde compra antiácidos el chófer de un ingeniero de “Unión Penosa” y, con ese bagaje
y dos gráficos bajados de “Internet” ya estamos en condiciones de hacer una
valoración completa (y exacta) de la situación.
Un servidor no va a ser
menos que todos ustedes, así que aquí mismo aporto mi granito de arena a esta
ceremonia de la confusión a la espera de poder soltar, más adelante, alguna
barbaridad de mayor calibre.
En todo caso, hoy, por respeto a
todas las personas que en Japón están francamente jodidas, me voy a limitar a
propalar una información que me parece (espero no equivocarme) medianamente
fiable y que no apuesta ni a favor ni en contra (obviamente quienes me conocen
saben de sobra que estoy en contra), de una u otra “postura”.
Se trata de un cuadro publicado hoy en el diario digital “publico.es” que, también, transcribo como imagen y que, a mi juicio, tiene la virtud de facilitarnos una escala de medida de la importancia de las emisiones y la radiactividad que está saliendo por los boquetes de la central que en estos momentos está, digamos, “averiada”.
Se trata de un cuadro publicado hoy en el diario digital “publico.es” que, también, transcribo como imagen y que, a mi juicio, tiene la virtud de facilitarnos una escala de medida de la importancia de las emisiones y la radiactividad que está saliendo por los boquetes de la central que en estos momentos está, digamos, “averiada”.
Los distintos niveles de exposición radiactiva (gráfico)
Me tomo esta “molestia”
porque uno de los recursos que suelen utilizar los “sacerdotes” de cualquier religión,
es hablarnos en un idioma ininteligible para que "los feligreses" no podamos sumar “dos más dos”
sin su “interpretación” de la doctrina.
La fuente (REUTERS) y el
periódico (The Guardian), me parecen lo suficientemente serios como para pensar
que la información es razonablemente fiable.
Y, ¡ojo al parche! cuando
leamos las medidas que facilita la prensa.
Porque, desde ayer, la magnitud de
las emisiones han pasado de facilitarlas en microsieverts a,
en vista del brutal aumento de la cifra, facilitarla en milisieverts
(1 milisievert = 1.000 microsievert).
Vamos,
como si ante el fallo de nuestra dieta de adelgazamiento, pasáramos a expresar
el aumento de peso de Kilos a Toneladas.
Y
finalmente, puesto que no es cosa de acercarse a decírselo personalmente, ni
llamar a la embajada de Japón para esta encomienda, quiero dejar constancia
expresa de mi admiración y respeto por una ciudadanía que, incluso en estas
circunstancias, está demostrando un grado de solidaridad y civismo que ya quisiéramos
para nosotros mismos.
Hoy, . . .
solo decirles que “lo siento” y que espero que su “desgracia” nos sirva a
muchos para recapacitar sobre a donde nos lleva la bestia del “progreso” sobre
la que tan alegremente galopamos todos.
Y,
por supuesto, que espero que mi gobierno arrime el hombro tanto cuanto sea
menester. Si es que en algo podemos ayudar.
La escala está
en milisieverts
1 comentario:
Buen detalle lo de las unidades
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